Un especial regalo de Navidad 2007
17 de noviembre: preámbulo
18 de noviembre: la presencia del otoño
19 de noviembre: han sido escasas las lluvias
20 de noviembre: las primeras nieves en Sierra Nevada
21 de noviembre: hermana lluvia de otoño
22 de noviembre: nieblas de otoño
23 de noviembre: los madroños también son frutos de otoño
24 de noviembre: la torre de la catedral de Granada
25 de noviembre: los granados en el otoño de Granada
26 de noviembre: los olivos también son otoño
27 de noviembre: los colores de la cornicabra
28 de noviembre: la nieve y la Navidad
29 de noviembre: limoneros en el otoño de Granada
30 de noviembre: los álamos del camino
1 de diciembre: las castañas, colores y olores del otoño
2 de diciembre: en el musgo, el otoño concentrado
3 de diciembre: la flor del otoño
4 de diciembre: la encina y el castaño
5 de diciembre: los frutos de la encina también son otoño
6 de diciembre: inexorable avanza el tiempo
7 de diciembre: las setas del pinar de la umbría
8 de diciembre: desde el Carmen de la Victoria
9 de diciembre: tarde de otoño por Granada
10 de diciembre: el otoño en los jardines de Granada
11 de diciembre: tarde por el Carmen de los Mártires
12 de diciembre: atardecer en el otoño de Granada
13 de diciembre: desde Plaza Nueva
14 de diciembre: Iluminación de Navidad en Granada
15 de diciembre: haces faltas, te necesitamos
16 de diciembre: dueles en el aire que en la tarde besa
17 de diciembre: el viejo granado del corazón de Granada
18 de diciembre: puede nevar cuando el otoño se marcha
19 de diciembre: el viento de otoño
20 de diciembre: desde el Puntal de los Almendros
21 de diciembre: punto y final del otoño
22 de diciembre: niebla por los bosques
23 de diciembre: la felicitación de Navidad
24 de diciembre: la noche ya llega
25 de diciembre: nuestro árbol de Navidad
26 de diciembre: adiós al otoño y, para ti, un abrazo
- Ya ves que silencioso y a la vez que potente el otoño va pasando. ¡Si estuviera ella qué alegría para nosotros! ¿Qué podríamos hacer para regalarle estos días nuestros y los colores que el otoño por aquí anda dejando?
He mirado a la niña, pensando en ti y he dejado que pase un rato. Me he acordado de la Navidad. Pronto también llegará y sí que sería un buen momento para ofrecerte un especial regalo. Le he respondido:
- Sé que podríamos hacer algo para regalarle todo lo que por aquí nos viene el otoño regalando. ¿Qué se te ocurre a ti?
- Como siempre, el corazón lo tengo lleno pero no sé cómo contarlo. Presiento que la Navidad se acerca y, como el otoño deja por aquí y por Granada tantas cosas bellas ¿qué te parece si le hacemos fotos los colores y olores del otoño y lo escribimos en tu cuaderno y luego se lo regalamos?
- Creo que sería un gran regalo y, de paso, la recordamos mientras recorremos los sitios que estamos comentando.
Y después de esto, la niña se ha ido a su habitación. ¿Recuerdas tú este rincón de ella? Yo he seguido mirando por la ventana y me detengo en la figura del borriquillo Sinombre. Sigue comiendo hierba por la ladera. Por donde ya las nogueras van entregando sus hojas al otoño. Y, mientras medito, me digo que sí. Es una buena idea que hagamos lo que la niña me acaba de comentar. El otoño, por aquí en Granada, es tan especial y tiene tanta majestad, que será un gran regalo de parte de nosotros para ti. Y sé que me gustará mucho y haré muy feliz a la niña, si lo recojo en fotos y lo dejo escrito en mi cuaderno.
Lleno tenemos el corazón
y vestidos de otoño los campos,
es honda la soledad
que por aquí has dejado.
Se acerca la Navidad
y no te olvidamos.
No estás y deberías
pero nosotros vamos
a confeccionar para ti
el mejor regalo.
Es verdad lo que me decía la niña ayer: ya el otoño está avanzado. Amanece esta mañana, toda azul, con frío de escarcha y el aire quieto. Como si se hubiera parado el tiempo en espera de una llegada. ¿Quién tendría que venir? Eres tú pero, entre ti y este otoño de Granada, parece que solo hubiera distancia. Si embargo, el otoño está aquí y lento pasa. Lo descubro ahora mismo, vestido de mañana gris, azul fría, callado… Acurrucado en sí y preñado de lejanías y de ti. Faltas y eso es lo que más se percibe en la mañana. También esto, a cada momento, me lo repite la niña. ¡Te quiere ella tanto!
¿Sabes? Granada es la misma pero, en esta fría mañana de otoño avanzando, parece otra. Los naranjos ya tienen sus naranjas gordas y repletas de colores. Lo mismo los granados y los caquis. Y sin embargo, los álamos, los alerces y los robles, ya están casi desnudos de hojas. El otoño los ha rociado de colores y luego, poco a poco, los ha ido dejando pelados. Igual que le pasa a las viñas y a las parras. Por eso ahora, Granada y sus alrededores, presentan una cara nueva. Como si estuviera engalanándose para una importante fiestas. Como si estuviera llamando a un encuentro de serenidad y belleza.
Y es cierto: yo lo percibo claramente esta mañana. El otoño va lentamente preparando la llegada del invierno. Y por eso ya hace frío por las noches, el cielo es muy azul en la mañana, brilla con intensidad la hierba y el aire, al amanecer, se muestra quieto. ¿Sabes? La Navidad se acerca. Dentro solo de unos días llega. Y yo quiero, la niña también y todos los del Cortijo de la Viña, para estas fiestas, regalarte un mensaje nuevo, sencillo y bello. Todos por aquí lo necesitamos y creo que tú también. Y por eso esta mañana, todo cuanto por aquí rodea, se presenta con este color. El corazón presiente que la Navidad se acerca.
Mañana azul
de otoño frío
que grita y besa
como frágil niño.
Te recordamos
y quisiéramos
que sintieras con nosotros
la belleza
que, en la mañana fría,
el otoño entrega.
19 de noviembre: han sido escasas las lluvias
En lo que llevamos de otoño, ya casi dos meses, la lluvia ha sido poca. Casi nada. Solo en los meses de septiembre y octubre, hubo algo de lluvia. Se presentaron algunas nubes y llovió torrencialmente durante algunas horas. Después de esto, las lluvias dejaron de caer y así ha continuado el tiempo hasta hoy mismo. Así que este año, aquí en Granada, está viniendo un otoño muy seco. Apenas la tierra se mojó superficialmente y, como el sol ha seguido calentando, todo el terreno se ha ido quedando seco. ¡Una pena! Es lo que dicen los hombres del campo y también los del Cortijo de la Viña y los de las tierras de la Vega de Granada.
Si embargo, a pesar de esta sequía que te estoy diciendo, la hierba sí ha nacido. Brotó a los pocos días de las primeras lluvias y aun se mantiene viva. Verde musgo y fresca pero con poca fuera y algo raquítica. Casi lo justo para saber que es otoño y también lo justo para que broten los cereales. Porque ¿sabes? en el Cortijo de la Viña, al norte de la ciudad de Granada, el campo y la vida en él, es lo primero. Ya están sembrados los cereales, trigo, cebada, avena, centeno… Lo hicieron nada más caer aquellas primeras lluvias. Y las semillas germinaron. Pero como luego después las lluvias han sido escasas a lo largo de los días otoñales, los cereales brotados casi se están secando.
Pero el otoño tiene su identidad propia en estas tierras de Granada. En las montañas, cortijos en las tierras bajas y también en las huertas de la vega. Y, entre otras muchas cosas curiosas y hermosas del otoño, están las puestas de sol. Son únicas, observadas desde cualquier rincón de la ciudad de Granada, desde los miradores que le coronan y desde la cumbre del Cerro de la Viña. Tú no pudiste disfrutar de este espectáculo, el año pasado ni tampoco podrás hacerlo este año. Y esto sí que es una pena. Por eso quiero contártelo. Es necesario que conozcas todos los matices, colores y olores del otoño de Granada.
El otoño en Granada
es soledad azul
que besa y llama,
eres tú
que faltas.
Y también es silencio
de fría plata,
voz amiga
que en el alma,
al caer las tardes,
hiere y mata.
Sin embargo, sobre las cumbres de Sierra Nevada, ya han caído las primeras nieves. No mucha pero sí lo suficiente para que blanquee desde la distancia. Sabes que se ven claramente desde las ventanas del Cortijo de la Viña y desde el Cerro de la ermita. Y la niña, desde hace unos días, las observa y medita. Quieren inaugurar la estación de esquí el día uno del mes próximo. Y seguro que será así porque, en estos días, el tiempo ha cambiado. Ayer por la tarde, al ponerse el sol, el cielo se llenó de oscuras nubes. Y esta noche, aunque no ha llovido, sí ha hecho mucho viento. Tanto que los cipreses y los cedros que conoces, no han parado de quejarse. A ratos parecía que llovía pero no ha sido cierto. Solo ha hecho mucho viento y las temperaturas han bajado. Caerán nieves sobre las cumbres de Sierra Nevada. Lo propio del otoño en Granada.
Por eso ayer por la tarde, al ponerse el sol, el espectáculo era hermoso. Los álamos y los castaños sobre las laderas y colinas de la Alhambra, se cimbreaban heridos. Empujados por el viento y bañados con los últimos rayos del sol. Y como el otoño ya ha llenado de amarillo oro cada hoja de cada árbol en estos bosques, el espectáculo era magnífico. Contemplándolas desde el Paseo de los Tristes, las laderas de la Alhambra y la colina en sí, resultaban asombrosas. Por el suelo rodaban, empujadas por el viento, las hojas que ya el otoño ha vencido. Por el aire se cimbreaban las ramas repletas de amarillos y sobre el horizonte, se recortaban los colores ocres. Un cuadro único que hay que verlo para saber lo que es.
¿Y sabes? Desde este singular rincón de Granada, junto a la corriente del río Darro y entre los cientos de turistas que pasean, el otoño tiene una especial profundidad. Dice, desde su silencio pálido, que se recoge en sí porque el tiempo llega a su fin. No es cierto porque ninguno de los que por aquí caminamos pensamos en esto. Y sin embargo, es verdad. Las hojas rodando por el suelo, el amarillo oro de los álamos, la luz del sol reverberando y la humedad de la umbría, el frío y el silencio, proclaman que todo es el preámbulo del fin. Hermoso el espectáculo y al mismo tiempo íntimo, algo triste y calido. Aunque las nieves ya están llegando.
Se quiebra el viento
por entre los cedros
y su quejido hiere
en el pecho.
De soledad
todo está lleno,
y se mecen los árboles
ajenos
a tu ausencia en la tarde
y a nuestro sueño.
21 de noviembre: hermana lluvia de otoño
Las lluvias han caído. No en abundancia pero sí lo suficiente para mojar la tierra. Ayer por la tarde aparecieron las primeras gotas y, esta noche, ha llovido un poco más. Con calma y a intervalos y entre rachas de viento. Las he oído, también de vez en cuando, quebrarse sobre las hojas del acebo, en las naranjas que maduran y en las ramas de los cedros. Y me ha gustado. Porque la música de la lluvia, al caer y quebrarse en el suelo, alegra mucho y anima aun más. Es la música especial del otoño con su brillo propio y su olor característico. Y por eso me he acordado de ti. Granada hoy, al llegar el nuevo día, se está vistiendo de otoño. Se le ve bonita como un sueño y con cara de limpia. Deberías verla.
¿Sabes? En cuanto ha amanecido me he asomado a la puerta del Cortijo de la Viña. Despacio y como si me despertara de un tranquilo sueño, he mirado. Al frente, a los lados y a la derecha. ¿Que te cuente lo que he visto? En primer plano el acebo todo chorreando. Verde como el más fresco musgo y cuajado de bayas rojas. Sí, las bayas chiquitas que relucen como si fueran gotas de sangre y anuncia a la Navidad. Tiene muchas este año y, como están muy madura igual que tantos otros frutos de otoño, deslumbran y alegra verlas lavadas por la lluvia que ha caído. Son preciosas. Lo mismo que todo el árbol en sí y su intenso verde musgo. Tendrías que estar para ver esto. La niña me ha dicho:
- Tengo ganas de que llegue la Navidad pero, por otro lado, temo. Sé que no estará con nosotros este año. ¡Me gustaría tanto compartir con ella estas bayas rojas del acebo nuestro!
La niña siempre te recuerda y tiene en su alma una singular tristeza.
Porque, si estuvieras, también tendrías que ver los higos chumbos engarzados en las anchas hojas. Muestran los colores vivos del otoño y el verde puro de la hierba que tapiza blandamente. Las granadas, ya muchas abiertas como rosas en primavera, cuelgan de las ramas. Y muestran también sus delicados granos rojos. Como si fueran vivas gotas de sangre. Como si fueran perlas que dan la bienvenida al otoño y a la lluvia que esta noche ha caído. Por eso, el nuevo día, parece más que un sueño y, la ciudad de Granada, lo mismo. Se despierta y observada desde el Cerro de la Viña, se le ve grandiosa. Vestida con un traje nuevo de otoño fino y engalanada con el brillo de la lluvia y los colores rojos de las bayas del acebo y los higos chumbos maduros. ¡Todo de ensueño! Tendrías que estar para verlo y gozar de este espectáculo. Es sencillamente bello.
Hermana lluvia
que serena caes
y empapas la tierra,
gracias por venir.
Hoy el otoño
sí es una fiesta
y sabe a eternidad.
Lluvia buena,
gracias por venir
a regar la tierra.
Hoy amanece con niebla. Las lluvias, ayer por la tarde, dejaron de caer, las nubes siguen cubriendo y las temperaturas no han cambiado mucho. Casi no hace frío. Por eso en Sierra Nevada, lo que habían anunciado, quizá no se haga realidad. La poca nieve que cayó se está derritiendo y la que fabricaron de forma artificial, lo mismo. Quizá no puedan inaugura la estación de esquís el día uno del mes próximo como habían planeado y dicho. Y vuelvo a pensar lo de siempre: que el tiempo, el clima, discurre por sus caminos ajeno a lo que nos guste o no a las personas.
Pero hoy, en Granada y en las montañas que le rodean y en las cumbres de Sierra Nevada, amanece con niebla. Un fenómeno natural en otoño y después de las lluvias. Y es que, como la tierra todavía está caliente del sol del verano, el agua de la lluvia se evapora y las nieblas surgen. Pero las nieblas que hoy cubren y revolotean envolviendo a la ciudad sobre la vega, son hermosas como pocas otras cosas en otoño. Y, observadas desde los miradores que coronan, el espectáculo es fantástico. Fino, mudo, tierno, romántico, misterioso y recogido en sí. Como si estuviera invitando a una oración o como si regalara abrazos.
Por todo esto que te estoy contando, hoy más que otros días, tendrías que estar por aquí. Se presenta un día de otoño realmente bello. Y como las hojas de los árboles siguen rodando por el suelo y los colores ocres resaltan lavados por la lluvia, todavía son más reales las señales del otoño. La luz, el silencio, el viento, la humedad, las nubes y las nieblas, todo en sí parece dar un abrazo, único y místico. El otoño es mágico.
La tierra húmeda,
la hierba verde,
la niebla tierna,
en la mañana parece
Navidad adelantada
a noviembre.
¿Otoño en Granada?
oración que emerge
desde el alma
y se eleva y mece
en la mañana.
23 de noviembre: los madroños también son frutos de otoño
La madroñera es un pequeño arbusto especialmente bello. Crece en la región mediterránea y es abundante en los montes de Sierra Morena. Y en algunos sitios se conoce con el nombre de “madroño”, tanto a la planta como al fruto. Sin embargo, yo siempre he llamando “madroñera”, al arbusto y madroño, al fruto. Creo que, además de claridad, tiene una cierta lógica. Pues la madroñera también crece en las montañas de Granada, en las tierras del Cortijo de la Viña y en los jardines y plazas de esta ciudad. La madroñera es en sí el otoño mismo y también parte del invierno. ¿Sabes por qué? Sus frutos, rojos, amarillos y verdes, maduran justo en estos días y sus flores brotan justo al madurar sus frutos. Por eso ahora es cuando más hermosa se muestra esta planta. Y ayer por la tarde la pude ver de cerca.
Buscando el otoño por los rincones de Granada iba yo pensando en ti y en la niña. Por encargo de ella recorría la ciudad de Granada. Estaba nublado, no hacía ni viento ni frío pero sí amenazaba lluvia. Y llovió. Un poco antes de ponerse el sol aparecieron grandes nubes negras, estalló un trueno y enseguida cayó un grueso chaparrón. Las calles y plazas de Granada se llenaron de lluvia y también de rayo de sol. Y resultó bonito porque la torre de la catedral se tiñó de color fuego y la madroñera, la de la plaza de la Romanilla, también resplandeció. ¿Sabes? De ella colgaban los madroños maduros, rojos, amarillos y verdes y las pequeñas flores blancas.
Al pasar por allí me paré y, durante rato, hice fotos y gocé del sencillo espectáculo. Las gotas de lluvia colgaban de las hojas y madroños y la tarde y el rincón se llenaba de primavera. Era una pincelada más, verde, roja y transparente, del otoño por los rincones de Granada. La pequeña pero majestuosa madroñera de la plaza de la Romanilla y reluciente de lluvia y sol. Algo que tú no conoces y por eso te lo cuento. También se lo cuento y lo comparto con la niña. Es ella la que me está dando ánimo a recoger los paisajes en fotos y a dejarlos escritos en mi cuaderno. Y la veo feliz. Quiero contarte.
Tarde lluviosa
de otoño gris,
hojas mojadas
y todo sin ti
por Granada.
Frutos de otoño
rojos y alba,
tarde profunda
que embelesa y abraza.
Todo eres tú
Pero faltas.
24 de noviembre: la torre de la catedral de Granada
Hoy de nuevo es sábado y repleto de otoño hasta los bordes. ¿Sabes por qué? Desde la sala del Cortijo de la Viña, donde arde el fuego y la madre tuesta una rica sartén de migas, se ve el cielo. Hay nubes y, como está saliendo el sol, las nubes se tiñen de oro y hace frío. Tanto frío que si hoy lloviera, seguro que sería nieve en las cumbres de Sierra Nevada. Tengo en mis manos el cuaderno donde, de parte de la niña, escribo para ti y tengo las fotos que la otra tarde también hice para ti. La niña está a mi lado y se caliente en las llamas de la lumbre que arde en la chimenea y me mira. Ha cogido algunas de las fotos y, de entre ellas, entresaca una y me la muestra diciendo:
- Ésta es la mejor de todas. Guárdala en tu cuaderno para regalársela en su momento.
Y le hago caso.
¿Sabes qué foto me ha dado? La hice la otra tarde mientras recorría las calles de Granada en busca del otoño. Al llegar a la madroñera de la plaza de la Romanilla, me gustó la lluvia que caía y me gustaron los rayos de sol incidiendo sobre la torre de la catedral. Y me gustaron las flores de la madroñera y los madroños rojos que colgaban de ella. Antes de hacerla me di cuenta que era una foto única que no se repetiría nunca más en la vida. Por eso la hice ilusionado y por eso, en cuento llegué a este Cortijo de la Viña, se la mostré a la niña. Lo mismo que a mí a ella le ha gustado. Por eso me pide, con mucha insistencia, que te la ofrezca a ti como regalo.
- Recoge el otoño, la torre de la catedral de Granada y la luz de la tarde como si fuera un cuadro mágico. Para que ella vea lo bonitas que son por aquí las cosas en esta época del año.
Y le di la razón. Después me siguió diciendo:
- En cuanto estén doradas las migas que hace mi madre y en cuanto que nos las comamos con las uvas de la viña, quiero que me lleve a dar un paseo por los campos. Hoy se presenta un día fantástico. Y por eso quiero que se venga con nosotros el borriquillo Sinombre y mi caballo Enebro. Y quiero que me lleves a las madroñeras del río. Quiero que me hagas fotos con lo mejor del otoño por estas tierras. Las pondremos luego en tu cuaderno para regalárselas a ella.
Y le he respondido a la niña que estoy de acuerdo.
Al amanecer las nubes
el sol las besa,
hace frío
y el alma reza.
Al fondo se ve Granada
allá lejos brilla la sierra,
el otoño anda enredado
por entre las hojas secas,
eres tú la luz misma
de esta mañana nueva.
25 de noviembre: los granados en el otoño de Granada
Ayer por la tarde, entes de bajar a las madroñeras del río, la niña me dijo:
- Quiero ver las primeras nieves del otoño.
Y sabía yo que me estaba pidiendo subir al Cerro de la Ermita. Desde esta cumbre y, tú lo sabes bien, Sierra Nevada se ve mejor que desde ningún otro sitio. Y, cuando está nevado y sale el sol, como lo hacía ayer, su visión es fantástica. Siempre pasa que, las primeras nieves del año, parecen que son más blancas, más emocionantes, más únicas. Por eso le dije a la niña:
- Sí, subamos al Cerro de la Ermita y, al pasar por los granados de la acequia que lleva el agua a la huerta, nos paramos y cogemos unas pocas. Ya el otoño las ha madurado y las tiene abiertas. Y sabes tú que ella el año pasado ni siquiera vio estos granados. La conocimos en primavera y por eso ignora lo que son las granadas y el color de los granados, cuando el otoño llega.
Salimos del Cortijo de la Viña en busca del borriquillo Sinombre y, mientras cruzábamos la cañada de las nogueras, le dije de nuevo:
- Hoy hablan los periódicos de Sierra Nevada.
- ¿Y qué dicen?
- Que ayer fijaron la fecha para abril la estación de esquís el próximo 1 de diciembre tras las precipitaciones registradas en las últimas 24 horas. Han caído entre 10 y 15 centímetros de nieve. Han mejorado las pistas que estaban preparando. El sistema de producción de nieve arrancó con 120 cañones dadas las buenas condiciones de temperatura, al alcanzarse los 7 grados bajo cero y poca humedad. Hasta que no esté más cercana la fecha de apertura y pendientes de lo que pueda caer en las próximas 48 horas, ya que se anuncian nuevas precipitaciones para el fin de semana, Cetursa no precisará con exactitud el número de kilómetros esquiables que estarán en servicio, así como el número de remontes abiertos. El próximo martes 27 se presentará la temporada a los medios de comunicación de Granada en el Corte Inglés de la ciudad, donde quedará instalado un expositor para atender al público.
Ya con el borriquillo caminando a nuestro lado, subimos lentos por la cañada de las nogueras. Pisando despacio las hojas secas que por aquí el otoño ha derramado. Y llegamos a los granados. Los que crecen entre los membrillos al borde mismo de la acequia. Nos paramos y, durante largo rato, estuvimos mirando, tocando y cogiendo las mejores granadas y las más abiertas. Me decía la niña:
- Todo esto y la mañana fría con sus nubes sueltas, el color de la hierba y el dorado de las hojas de los granados, escríbelo en tu cuaderno. Y las fotos más bonitas las pones al lado. Para que nos quede bello el regalo que, del otoño de Granada, vamos a ofrecerle a ella.
Tres gotas de rocío
en la mañana tiemblan
colgando relucientes
de la hierba.
En los granados viejos
se refleja
el amarillo del otoño
y tu ausencia.
Dos nubes saltarinas
sobre el frío revolotean.
26 de noviembre: los olivos también son otoño
Mientras íbamos subiendo por la cañada de las nogueras hacia la cumbre del Cerro de la Ermita, la niña me decía:
- Ella tampoco sabe que el otoño en Granada son también los viejos olivos del Cortijo de la Viña.
Y, mientras me comentaba esto, me señalaba a uno de los troncos astillados de estos ancianos árboles. Clavado en el mismo centro de la llanura, antes de la cumbre, se recortaba solitario. Sobre el azul del cielo y las cuatro nubes sueltas que por el cielo revoloteaban. Paramos junto a este añoso tronco y, mirando fijamente, me seguía comentando:
- Porque tampoco ella sabe que los olivares en Granada son muchos y bellos. Por eso forma parte de las señas de identidad de esta ciudad. Hazle una foto y luego lo dejas escrito en tu cuaderno.
Y le hice caso. Y, al escribirlo ahora, de mi cosecha añado que en estas fechas, al final del otoño y comienzo del invierno, es cuando se recogen las aceitunas. Ya sabes, el fruto del olivo y de donde sale el aceite de oliva que a ti te gusta tanto. ¿No lo recuerdas? Pero sí es cierto que tampoco viste, en el tiempo que estuviste por aquí, ni los olivares que rodean a la ciudad de Granada ni como se extrae el aceite que de estos frutos sale. Por eso ahora te lo comento. Para que sepas que en Granada, el otoño, tiene también olivares y olores a aceite. Y son hermosos y huelen a musgo húmedo.
La niña, esta mañana ya lunes, tiene gran interés en compartir conmigo otras cosas de la cañada de las nogueras. Me lo ha dicho y espero emocionado oírla. Pero mientras tanto te digo que el día de hoy se presenta frío, muy frío. Sereno, sin nubes, con algo de viento y color todo de otoño. Hay nieve sobre las cumbres de Sierra Nevada y, en el ambiente se percibe, como si ya la Navidad estuviera por aquí agazapada.
Rueda el tiempo,
al amanecer frío,
otoño callado
siempre contigo.
Silencio y silencio
que se hace gritos,
espera agazapada
sin luz ni caminos.
Frente al alma
llora un niño.
La cornicabra es un arbusto típicamente mediterráneo. Es silvestre y se cría en las montañas que rodean a la ciudad de Granada. Pero como es una planta que resiste muy bien el frío, la sequía y calores del verano, la han sembrado en algunos de los jardines que decoran la ciudad. Lo mismo que han hecho con la madroñera, el durillo y la encina. Y la niña lo sabe y yo también pero tú no. En tu país no se dan este tipo de plantas y por eso no sabes nada o casi nada de la cornicabra.
Nosotros, la mañana que subíamos al Cerro de la Ermita para ver la nieve en las cumbres de Sierra Nevada, nos encontramos con esta planta. Remontábamos ya por la vereda de los álamos y empezábamos a rozar las matas de romeros que por ahí crece. La niña iba cogida al rabo del borriquillo de plata cuando me dijo:
- ¡Mira qué colores más resplandecientes tiene esta mata!
Miré y vi que era cierto. Por entre las florecidas plantas de romeros resaltaban los ocres naranjas de varias cornicabras. Me volvió a comentar la niña:
- ¿A que parece que alguien ha venido por aquí y la ha pintado?
- Sí que parece eso. Y además, fíjate con que fuerza resalta recortada sobre el fondo verde de los romeros.
- Hazle una foto y también lo recoges luego en tu cuaderno.
Le hice caso y ahora, esta mañana de serenidad y armonía perfecta, me estoy recreando en esta foto. Escribo para ti algunas líneas en mi cuaderno y me fijo en los colores de la cornicabra. Realmente refleja, más que ninguna otra planta, los vivos colores del otoño. Y como ya te he dicho que está muy presente en toda la ciudad de Granada y en sus montañas, te la regalamos para que sepas un poco más del otoño por aquí.
Verde grana
los colores del día,
silencio esperanza
y tú, lejanía.
Llega y ya pasa
la mañana
silenciosa y fría.
Estás y faltas
de la vida.
28 de noviembre: la nieve y la Navidad
Cuando ayer por la tarde la niña volvió de su colegio, a mí me cogió revisando las fotos que habíamos hecho el día del Cerro de la Ermita. Las fotos que sacamos a las primeras nieves que han caído sobre las cumbres de Sierra Nevada. Y, al verme en esta tarea, me dijo:
- Ya sé cual de todas estas fotos quiero que escojas para ponerla en el cuaderno que vamos a regalarle.
Y le pregunté:
- ¿Dime cual?
- Te lo digo enseguida porque antes quiero darte una noticia.
- ¿Qué noticia?
- Que ya han puesto el árbol de Navidad en mi colegio.
Y guardé silencio y para mí me dije que es cierto. Sé que por estas fechas, también en la puerta de la Facultad de Farmacia en el Campus Universitario, todos los años decoran el árbol de la Navidad. Un árbol natural que crece en la misma entrada y que adornan con bombillas. Las encienden justo en estos días y así permanece hasta después de reyes, cuando de nuevo vuelven los alumnos a sus clases. Acordándome de este hecho le dije a la niña:
- Ya sabes: la Navidad es el punto final del otoño y comienzo del invierno. Como si el otoño fuera la preparación para la Navidad misma. Por eso ya han caído las primeras nieves y por eso el frío aumenta.
- Y ella, nuestra amiga, lo sabe pero desconoce la experiencia y por eso tenemos que contárselo.
- Por eso y porque el otoño en sí, en estas tierras nuestras, es hermoso y trae consigo un mensaje muy concreto.
A mi lado, junto a las llamas de la lumbre, se acurrucó la niña. Fue mirando las fotos despacio y al final me indicó la que había escogido para que yo pusiera en mi cuaderno. Me la mostró y otra vez dijo:
- En ésta se ven muy bien las blancas nieves cubriendo las cumbres de Sierra Nevad. Me gusta mucho y creo que a ella le transmitirá el mensaje que queremos.
¿Sabes? La foto la hicimos el otro día y, al fijarme ahora más detenidamente, veo que sí es muy bella. Creo que con esta imagen, además de enseñarte las primeras nieves en el otoño de Granada, te mostramos los paisajes y un muy concreto mensaje.
Otra mañana más
de otoño frío
que avanza mudo
por su camino
Medito en mi corazón
en ti recogido,
en el acebo verde
canta un mirlo,
va el tiempo pasando
inexorable en su ritmo.
29 de noviembre: limoneros en el otoño de Granada Del Cortijo de la Viña tú conoces poco. Solo unas cuantas veces viniste por aquí y ya en primavera. Por eso desconoces cómo son las cosas en la huerta de estas tierras. Y tanto que ni siquiera sabes que, entre otros muchos árboles, en la huerta de este cortijo, crecen limoneros. Sí, entre los naranjos, junto a los que dan mandarinas y a la sombra de los cedros. ¿Y sabes? Limoneros en Granada, también hay en los jardines y en algunos cármenes del barrio del Albaicín. Y te lo cuento porque es este un árbol que casi exclusivamente, en otoño es cuando da su fruto. Y son bonitos los limones colgando de las ramas de los limoneros, al principio verdes y luego amarillos, en estos días fríos del otoño.
Queremos que lo sepas y quiero que tengas noticias de lo que ayer hizo la niña. Volvió de su colegio y, al llegar, la madre le dijo:
- Ve a la huerta y de los limoneros viejos me traes un par de limones. Los necesito para la comida que estoy preparando.
Y la niña me dijo a mí:
- Vente conmigo y le hacemos fotos a los frutos más hermosos que encontremos. Quizá sea bueno que también recojas en tu cuaderno esta otra realidad del otoño.
Y le hice caso.
Y hasta yo me sorprendí al llegar y ver los limoneros de la huerta del Cortijo de la Viña. No son grandes ni tampoco hay muchos pero no pueden más sus ramas con tantos frutos. Verdes todavía algunos, otros amarillos y al mismo tiempo con flores blancas. Me decía ella:
- Procura que salgan bonitas las fotos. Es muy hermoso esto y seguro que a ella le gustará mucho. En su tierra no se crían los limoneros y, como le estamos regalando los colores y olores del otoño de Granada, son necesario buenas fotos de los frutos de este árbol.
Y aquí pongo una de las fotos y te lo cuento. Para que compruebes que en estas tierra y ciudad, el otoño es tan sorprendente y tiene tantos colores y olores, que no hay nada en el mundo que se le parezca.
El día llega
y ni una nube
en el cielo cuelga.
Todo está quieto
y en la fina hierba,
gotas de rocío
tiemblan.
El corazón te quiere,
el alma sueña.
30 de noviembre: los álamos del camino
- Ya sabes tú que los álamos, en estos días de otoño, se llenan de colores vivos. Por eso quiero que también les hagas fotos.
Otra ve le hice caso y, cuando ya caminábamos por el camino de las tres palmeras, descubrimos los álamos. Frente a nosotros se alzaron hermosos y reflejaban, con fuerza y brillo, lo más fantástico de los colores de otoño.
- ¿Se acordará ella, alguna vez en su vida, de aquel día que vino por aquí en la primavera pasada?
Y la niña no respondió a mi pregunta.
Yo ahora, esta última mañana de noviembre, mientras escribo esto para ti, sí me acuerdo de aquel día. ¡Ha quedado ya tan lejos y tan difuminado en el tiempo! ¿Sabes? Hoy también el día se presenta silencioso. Despejado por completo el cielo, serena la brisa, con un frío intenso y la mañana como suspendida. Tanto que parece que ya sí parece preparada para afrontar un crudo invierno. Y claro que te recordamos. Sabemos que un tu país sí hay ya mucha nieve y, por las noches, el frío es intenso, muy intenso.
La niña, esta mañana, se ha levantado muy temprano. La madre la ha preparado para el colegio y, mientras desayuna, se caliente en las llamas de la chimenea. Me mira y me dice:
- De todas las fotos que le hicimos el otro día a los álamos del camino, ésta es la que más me gusta. Ponla en tu cuaderno y escribe bien las cosas para el regalo que le preparamos.
Y le he dicho que así lo haré. Porque a mí también me gusta la foto que ha escogido. Se ve en ella, con mucha fuerza y brillo, los colores del otoño en los rincones de Granada. Y hasta se distingue, por entre las ramas de los álamos, la Navidad que dentro de unos días llegará.
Como cuando estabas
parece que el tiempo
no pasa.
Y sin embargo ahora,
en el alma,
hay melancolía.
Las horas avanzan
proclamando que el fin
llega con el alba.
1 comentario:
Me dan ganas de pisar hojas...
... y visitar Granada
¡Tengo que ir!
Insistiré a mis padres :P
Lindo blog!
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