viernes, 30 de noviembre de 2007

otoño-1

El otoño en Granada-1
Un especial regalo de Navidad 2007
Índice:
17 de noviembre: preámbulo
18 de noviembre: la presencia del otoño
19 de noviembre: han sido escasas las lluvias
20 de noviembre: las primeras nieves en Sierra Nevada
21 de noviembre: hermana lluvia de otoño
22 de noviembre: nieblas de otoño
23 de noviembre: los madroños también son frutos de otoño
24 de noviembre: la torre de la catedral de Granada
25 de noviembre: los granados en el otoño de Granada
26 de noviembre: los olivos también son otoño
27 de noviembre: los colores de la cornicabra
28 de noviembre: la nieve y la Navidad
29 de noviembre: limoneros en el otoño de Granada
30 de noviembre: los álamos del camino
1 de diciembre: las castañas, colores y olores del otoño
2 de diciembre: en el musgo, el otoño concentrado
3 de diciembre: la flor del otoño
4 de diciembre: la encina y el castaño
5 de diciembre: los frutos de la encina también son otoño
6 de diciembre: inexorable avanza el tiempo
7 de diciembre: las setas del pinar de la umbría
8 de diciembre: desde el Carmen de la Victoria
9 de diciembre: tarde de otoño por Granada
10 de diciembre: el otoño en los jardines de Granada
11 de diciembre: tarde por el Carmen de los Mártires
12 de diciembre: atardecer en el otoño de Granada
13 de diciembre: desde Plaza Nueva
14 de diciembre: Iluminación de Navidad en Granada
15 de diciembre: haces faltas, te necesitamos
16 de diciembre: dueles en el aire que en la tarde besa
17 de diciembre: el viejo granado del corazón de Granada
18 de diciembre: puede nevar cuando el otoño se marcha
19 de diciembre: el viento de otoño
20 de diciembre: desde el Puntal de los Almendros
21 de diciembre: punto y final del otoño
22 de diciembre: niebla por los bosques
23 de diciembre: la felicitación de Navidad
24 de diciembre: la noche ya llega
25 de diciembre: nuestro árbol de Navidad
26 de diciembre: adiós al otoño y, para ti, un abrazo

17 de noviembre: preámbulo
Hoy es sábado y, en el Cortijo de la Viña, parece fiesta. ¿Sabes por qué? La niña amiga no tiene colegio, Sinombre, el borriquillo de plata, come hierba por la ladera, la madre es feliz en sus cosas y los que trabajan en la huerta, recogen los últimos frutos del otoño. Son muchos y buenos pero tienen tiempo porque ni llueve ni los fríos llegan. Sentado en la sala del cortijo, con mi cuaderno entre las manos, miro por la venta y medito mientras escribo algo. Te recordamos mucho desde que te fuiste. Tanto que hace un rato, la niña princesa se ha acercado a mí y me ha preguntado:
- Ya ves que silencioso y a la vez que potente el otoño va pasando. ¡Si estuviera ella qué alegría para nosotros! ¿Qué podríamos hacer para regalarle estos días nuestros y los colores que el otoño por aquí anda dejando?

He mirado a la niña, pensando en ti y he dejado que pase un rato. Me he acordado de la Navidad. Pronto también llegará y sí que sería un buen momento para ofrecerte un especial regalo. Le he respondido:
- Sé que podríamos hacer algo para regalarle todo lo que por aquí nos viene el otoño regalando. ¿Qué se te ocurre a ti?
- Como siempre, el corazón lo tengo lleno pero no sé cómo contarlo. Presiento que la Navidad se acerca y, como el otoño deja por aquí y por Granada tantas cosas bellas ¿qué te parece si le hacemos fotos los colores y olores del otoño y lo escribimos en tu cuaderno y luego se lo regalamos?
- Creo que sería un gran regalo y, de paso, la recordamos mientras recorremos los sitios que estamos comentando.

Y después de esto, la niña se ha ido a su habitación. ¿Recuerdas tú este rincón de ella? Yo he seguido mirando por la ventana y me detengo en la figura del borriquillo Sinombre. Sigue comiendo hierba por la ladera. Por donde ya las nogueras van entregando sus hojas al otoño. Y, mientras medito, me digo que sí. Es una buena idea que hagamos lo que la niña me acaba de comentar. El otoño, por aquí en Granada, es tan especial y tiene tanta majestad, que será un gran regalo de parte de nosotros para ti. Y sé que me gustará mucho y haré muy feliz a la niña, si lo recojo en fotos y lo dejo escrito en mi cuaderno.

Lleno tenemos el corazón
y vestidos de otoño los campos,
es honda la soledad
que por aquí has dejado.
Se acerca la Navidad
y no te olvidamos.
No estás y deberías
pero nosotros vamos
a confeccionar para ti
el mejor regalo.

18 de noviembre: la presencia del otoño

Es verdad lo que me decía la niña ayer: ya el otoño está avanzado. Amanece esta mañana, toda azul, con frío de escarcha y el aire quieto. Como si se hubiera parado el tiempo en espera de una llegada. ¿Quién tendría que venir? Eres tú pero, entre ti y este otoño de Granada, parece que solo hubiera distancia. Si embargo, el otoño está aquí y lento pasa. Lo descubro ahora mismo, vestido de mañana gris, azul fría, callado… Acurrucado en sí y preñado de lejanías y de ti. Faltas y eso es lo que más se percibe en la mañana. También esto, a cada momento, me lo repite la niña. ¡Te quiere ella tanto!

¿Sabes? Granada es la misma pero, en esta fría mañana de otoño avanzando, parece otra. Los naranjos ya tienen sus naranjas gordas y repletas de colores. Lo mismo los granados y los caquis. Y sin embargo, los álamos, los alerces y los robles, ya están casi desnudos de hojas. El otoño los ha rociado de colores y luego, poco a poco, los ha ido dejando pelados. Igual que le pasa a las viñas y a las parras. Por eso ahora, Granada y sus alrededores, presentan una cara nueva. Como si estuviera engalanándose para una importante fiestas. Como si estuviera llamando a un encuentro de serenidad y belleza.

Y es cierto: yo lo percibo claramente esta mañana. El otoño va lentamente preparando la llegada del invierno. Y por eso ya hace frío por las noches, el cielo es muy azul en la mañana, brilla con intensidad la hierba y el aire, al amanecer, se muestra quieto. ¿Sabes? La Navidad se acerca. Dentro solo de unos días llega. Y yo quiero, la niña también y todos los del Cortijo de la Viña, para estas fiestas, regalarte un mensaje nuevo, sencillo y bello. Todos por aquí lo necesitamos y creo que tú también. Y por eso esta mañana, todo cuanto por aquí rodea, se presenta con este color. El corazón presiente que la Navidad se acerca.

Mañana azul
de otoño frío
que grita y besa
como frágil niño.

Te recordamos
y quisiéramos
que sintieras con nosotros
la belleza
que, en la mañana fría,
el otoño entrega.

19 de noviembre: han sido escasas las lluvias

En lo que llevamos de otoño, ya casi dos meses, la lluvia ha sido poca. Casi nada. Solo en los meses de septiembre y octubre, hubo algo de lluvia. Se presentaron algunas nubes y llovió torrencialmente durante algunas horas. Después de esto, las lluvias dejaron de caer y así ha continuado el tiempo hasta hoy mismo. Así que este año, aquí en Granada, está viniendo un otoño muy seco. Apenas la tierra se mojó superficialmente y, como el sol ha seguido calentando, todo el terreno se ha ido quedando seco. ¡Una pena! Es lo que dicen los hombres del campo y también los del Cortijo de la Viña y los de las tierras de la Vega de Granada.

Si embargo, a pesar de esta sequía que te estoy diciendo, la hierba sí ha nacido. Brotó a los pocos días de las primeras lluvias y aun se mantiene viva. Verde musgo y fresca pero con poca fuera y algo raquítica. Casi lo justo para saber que es otoño y también lo justo para que broten los cereales. Porque ¿sabes? en el Cortijo de la Viña, al norte de la ciudad de Granada, el campo y la vida en él, es lo primero. Ya están sembrados los cereales, trigo, cebada, avena, centeno… Lo hicieron nada más caer aquellas primeras lluvias. Y las semillas germinaron. Pero como luego después las lluvias han sido escasas a lo largo de los días otoñales, los cereales brotados casi se están secando.

Pero el otoño tiene su identidad propia en estas tierras de Granada. En las montañas, cortijos en las tierras bajas y también en las huertas de la vega. Y, entre otras muchas cosas curiosas y hermosas del otoño, están las puestas de sol. Son únicas, observadas desde cualquier rincón de la ciudad de Granada, desde los miradores que le coronan y desde la cumbre del Cerro de la Viña. Tú no pudiste disfrutar de este espectáculo, el año pasado ni tampoco podrás hacerlo este año. Y esto sí que es una pena. Por eso quiero contártelo. Es necesario que conozcas todos los matices, colores y olores del otoño de Granada.

El otoño en Granada
es soledad azul
que besa y llama,
eres tú
que faltas.
Y también es silencio
de fría plata,
voz amiga
que en el alma,
al caer las tardes,
hiere y mata.

20 de noviembre: las primeras nieves en Sierra Nevada

Sin embargo, sobre las cumbres de Sierra Nevada, ya han caído las primeras nieves. No mucha pero sí lo suficiente para que blanquee desde la distancia. Sabes que se ven claramente desde las ventanas del Cortijo de la Viña y desde el Cerro de la ermita. Y la niña, desde hace unos días, las observa y medita. Quieren inaugurar la estación de esquí el día uno del mes próximo. Y seguro que será así porque, en estos días, el tiempo ha cambiado. Ayer por la tarde, al ponerse el sol, el cielo se llenó de oscuras nubes. Y esta noche, aunque no ha llovido, sí ha hecho mucho viento. Tanto que los cipreses y los cedros que conoces, no han parado de quejarse. A ratos parecía que llovía pero no ha sido cierto. Solo ha hecho mucho viento y las temperaturas han bajado. Caerán nieves sobre las cumbres de Sierra Nevada. Lo propio del otoño en Granada.

Por eso ayer por la tarde, al ponerse el sol, el espectáculo era hermoso. Los álamos y los castaños sobre las laderas y colinas de la Alhambra, se cimbreaban heridos. Empujados por el viento y bañados con los últimos rayos del sol. Y como el otoño ya ha llenado de amarillo oro cada hoja de cada árbol en estos bosques, el espectáculo era magnífico. Contemplándolas desde el Paseo de los Tristes, las laderas de la Alhambra y la colina en sí, resultaban asombrosas. Por el suelo rodaban, empujadas por el viento, las hojas que ya el otoño ha vencido. Por el aire se cimbreaban las ramas repletas de amarillos y sobre el horizonte, se recortaban los colores ocres. Un cuadro único que hay que verlo para saber lo que es.

¿Y sabes? Desde este singular rincón de Granada, junto a la corriente del río Darro y entre los cientos de turistas que pasean, el otoño tiene una especial profundidad. Dice, desde su silencio pálido, que se recoge en sí porque el tiempo llega a su fin. No es cierto porque ninguno de los que por aquí caminamos pensamos en esto. Y sin embargo, es verdad. Las hojas rodando por el suelo, el amarillo oro de los álamos, la luz del sol reverberando y la humedad de la umbría, el frío y el silencio, proclaman que todo es el preámbulo del fin. Hermoso el espectáculo y al mismo tiempo íntimo, algo triste y calido. Aunque las nieves ya están llegando.

Se quiebra el viento
por entre los cedros
y su quejido hiere
en el pecho.
De soledad
todo está lleno,
y se mecen los árboles
ajenos
a tu ausencia en la tarde
y a nuestro sueño.

21 de noviembre: hermana lluvia de otoño

Las lluvias han caído. No en abundancia pero sí lo suficiente para mojar la tierra. Ayer por la tarde aparecieron las primeras gotas y, esta noche, ha llovido un poco más. Con calma y a intervalos y entre rachas de viento. Las he oído, también de vez en cuando, quebrarse sobre las hojas del acebo, en las naranjas que maduran y en las ramas de los cedros. Y me ha gustado. Porque la música de la lluvia, al caer y quebrarse en el suelo, alegra mucho y anima aun más. Es la música especial del otoño con su brillo propio y su olor característico. Y por eso me he acordado de ti. Granada hoy, al llegar el nuevo día, se está vistiendo de otoño. Se le ve bonita como un sueño y con cara de limpia. Deberías verla.

¿Sabes? En cuanto ha amanecido me he asomado a la puerta del Cortijo de la Viña. Despacio y como si me despertara de un tranquilo sueño, he mirado. Al frente, a los lados y a la derecha. ¿Que te cuente lo que he visto? En primer plano el acebo todo chorreando. Verde como el más fresco musgo y cuajado de bayas rojas. Sí, las bayas chiquitas que relucen como si fueran gotas de sangre y anuncia a la Navidad. Tiene muchas este año y, como están muy madura igual que tantos otros frutos de otoño, deslumbran y alegra verlas lavadas por la lluvia que ha caído. Son preciosas. Lo mismo que todo el árbol en sí y su intenso verde musgo. Tendrías que estar para ver esto. La niña me ha dicho:
- Tengo ganas de que llegue la Navidad pero, por otro lado, temo. Sé que no estará con nosotros este año. ¡Me gustaría tanto compartir con ella estas bayas rojas del acebo nuestro!
La niña siempre te recuerda y tiene en su alma una singular tristeza.

Porque, si estuvieras, también tendrías que ver los higos chumbos engarzados en las anchas hojas. Muestran los colores vivos del otoño y el verde puro de la hierba que tapiza blandamente. Las granadas, ya muchas abiertas como rosas en primavera, cuelgan de las ramas. Y muestran también sus delicados granos rojos. Como si fueran vivas gotas de sangre. Como si fueran perlas que dan la bienvenida al otoño y a la lluvia que esta noche ha caído. Por eso, el nuevo día, parece más que un sueño y, la ciudad de Granada, lo mismo. Se despierta y observada desde el Cerro de la Viña, se le ve grandiosa. Vestida con un traje nuevo de otoño fino y engalanada con el brillo de la lluvia y los colores rojos de las bayas del acebo y los higos chumbos maduros. ¡Todo de ensueño! Tendrías que estar para verlo y gozar de este espectáculo. Es sencillamente bello.

Hermana lluvia
que serena caes
y empapas la tierra,
gracias por venir.
Hoy el otoño
sí es una fiesta
y sabe a eternidad.
Lluvia buena,
gracias por venir
a regar la tierra.

22 de noviembre: nieblas de otoño

Hoy amanece con niebla. Las lluvias, ayer por la tarde, dejaron de caer, las nubes siguen cubriendo y las temperaturas no han cambiado mucho. Casi no hace frío. Por eso en Sierra Nevada, lo que habían anunciado, quizá no se haga realidad. La poca nieve que cayó se está derritiendo y la que fabricaron de forma artificial, lo mismo. Quizá no puedan inaugura la estación de esquís el día uno del mes próximo como habían planeado y dicho. Y vuelvo a pensar lo de siempre: que el tiempo, el clima, discurre por sus caminos ajeno a lo que nos guste o no a las personas.

Pero hoy, en Granada y en las montañas que le rodean y en las cumbres de Sierra Nevada, amanece con niebla. Un fenómeno natural en otoño y después de las lluvias. Y es que, como la tierra todavía está caliente del sol del verano, el agua de la lluvia se evapora y las nieblas surgen. Pero las nieblas que hoy cubren y revolotean envolviendo a la ciudad sobre la vega, son hermosas como pocas otras cosas en otoño. Y, observadas desde los miradores que coronan, el espectáculo es fantástico. Fino, mudo, tierno, romántico, misterioso y recogido en sí. Como si estuviera invitando a una oración o como si regalara abrazos.

Por todo esto que te estoy contando, hoy más que otros días, tendrías que estar por aquí. Se presenta un día de otoño realmente bello. Y como las hojas de los árboles siguen rodando por el suelo y los colores ocres resaltan lavados por la lluvia, todavía son más reales las señales del otoño. La luz, el silencio, el viento, la humedad, las nubes y las nieblas, todo en sí parece dar un abrazo, único y místico. El otoño es mágico.

La tierra húmeda,
la hierba verde,
la niebla tierna,
en la mañana parece
Navidad adelantada
a noviembre.
¿Otoño en Granada?
oración que emerge
desde el alma
y se eleva y mece
en la mañana.

23 de noviembre: los madroños también son frutos de otoño

La madroñera es un pequeño arbusto especialmente bello. Crece en la región mediterránea y es abundante en los montes de Sierra Morena. Y en algunos sitios se conoce con el nombre de “madroño”, tanto a la planta como al fruto. Sin embargo, yo siempre he llamando “madroñera”, al arbusto y madroño, al fruto. Creo que, además de claridad, tiene una cierta lógica. Pues la madroñera también crece en las montañas de Granada, en las tierras del Cortijo de la Viña y en los jardines y plazas de esta ciudad. La madroñera es en sí el otoño mismo y también parte del invierno. ¿Sabes por qué? Sus frutos, rojos, amarillos y verdes, maduran justo en estos días y sus flores brotan justo al madurar sus frutos. Por eso ahora es cuando más hermosa se muestra esta planta. Y ayer por la tarde la pude ver de cerca.

Buscando el otoño por los rincones de Granada iba yo pensando en ti y en la niña. Por encargo de ella recorría la ciudad de Granada. Estaba nublado, no hacía ni viento ni frío pero sí amenazaba lluvia. Y llovió. Un poco antes de ponerse el sol aparecieron grandes nubes negras, estalló un trueno y enseguida cayó un grueso chaparrón. Las calles y plazas de Granada se llenaron de lluvia y también de rayo de sol. Y resultó bonito porque la torre de la catedral se tiñó de color fuego y la madroñera, la de la plaza de la Romanilla, también resplandeció. ¿Sabes? De ella colgaban los madroños maduros, rojos, amarillos y verdes y las pequeñas flores blancas.

Al pasar por allí me paré y, durante rato, hice fotos y gocé del sencillo espectáculo. Las gotas de lluvia colgaban de las hojas y madroños y la tarde y el rincón se llenaba de primavera. Era una pincelada más, verde, roja y transparente, del otoño por los rincones de Granada. La pequeña pero majestuosa madroñera de la plaza de la Romanilla y reluciente de lluvia y sol. Algo que tú no conoces y por eso te lo cuento. También se lo cuento y lo comparto con la niña. Es ella la que me está dando ánimo a recoger los paisajes en fotos y a dejarlos escritos en mi cuaderno. Y la veo feliz. Quiero contarte.

Tarde lluviosa
de otoño gris,
hojas mojadas
y todo sin ti
por Granada.
Frutos de otoño
rojos y alba,
tarde profunda
que embelesa y abraza.
Todo eres tú
Pero faltas.

24 de noviembre: la torre de la catedral de Granada

Hoy de nuevo es sábado y repleto de otoño hasta los bordes. ¿Sabes por qué? Desde la sala del Cortijo de la Viña, donde arde el fuego y la madre tuesta una rica sartén de migas, se ve el cielo. Hay nubes y, como está saliendo el sol, las nubes se tiñen de oro y hace frío. Tanto frío que si hoy lloviera, seguro que sería nieve en las cumbres de Sierra Nevada. Tengo en mis manos el cuaderno donde, de parte de la niña, escribo para ti y tengo las fotos que la otra tarde también hice para ti. La niña está a mi lado y se caliente en las llamas de la lumbre que arde en la chimenea y me mira. Ha cogido algunas de las fotos y, de entre ellas, entresaca una y me la muestra diciendo:
- Ésta es la mejor de todas. Guárdala en tu cuaderno para regalársela en su momento.
Y le hago caso.

¿Sabes qué foto me ha dado? La hice la otra tarde mientras recorría las calles de Granada en busca del otoño. Al llegar a la madroñera de la plaza de la Romanilla, me gustó la lluvia que caía y me gustaron los rayos de sol incidiendo sobre la torre de la catedral. Y me gustaron las flores de la madroñera y los madroños rojos que colgaban de ella. Antes de hacerla me di cuenta que era una foto única que no se repetiría nunca más en la vida. Por eso la hice ilusionado y por eso, en cuento llegué a este Cortijo de la Viña, se la mostré a la niña. Lo mismo que a mí a ella le ha gustado. Por eso me pide, con mucha insistencia, que te la ofrezca a ti como regalo.
- Recoge el otoño, la torre de la catedral de Granada y la luz de la tarde como si fuera un cuadro mágico. Para que ella vea lo bonitas que son por aquí las cosas en esta época del año.

Y le di la razón. Después me siguió diciendo:
- En cuanto estén doradas las migas que hace mi madre y en cuanto que nos las comamos con las uvas de la viña, quiero que me lleve a dar un paseo por los campos. Hoy se presenta un día fantástico. Y por eso quiero que se venga con nosotros el borriquillo Sinombre y mi caballo Enebro. Y quiero que me lleves a las madroñeras del río. Quiero que me hagas fotos con lo mejor del otoño por estas tierras. Las pondremos luego en tu cuaderno para regalárselas a ella.
Y le he respondido a la niña que estoy de acuerdo.

Al amanecer las nubes
el sol las besa,
hace frío
y el alma reza.

Al fondo se ve Granada
allá lejos brilla la sierra,
el otoño anda enredado
por entre las hojas secas,
eres tú la luz misma
de esta mañana nueva.

25 de noviembre: los granados en el otoño de Granada

Ayer por la tarde, entes de bajar a las madroñeras del río, la niña me dijo:
- Quiero ver las primeras nieves del otoño.
Y sabía yo que me estaba pidiendo subir al Cerro de la Ermita. Desde esta cumbre y, tú lo sabes bien, Sierra Nevada se ve mejor que desde ningún otro sitio. Y, cuando está nevado y sale el sol, como lo hacía ayer, su visión es fantástica. Siempre pasa que, las primeras nieves del año, parecen que son más blancas, más emocionantes, más únicas. Por eso le dije a la niña:
- Sí, subamos al Cerro de la Ermita y, al pasar por los granados de la acequia que lleva el agua a la huerta, nos paramos y cogemos unas pocas. Ya el otoño las ha madurado y las tiene abiertas. Y sabes tú que ella el año pasado ni siquiera vio estos granados. La conocimos en primavera y por eso ignora lo que son las granadas y el color de los granados, cuando el otoño llega.

Salimos del Cortijo de la Viña en busca del borriquillo Sinombre y, mientras cruzábamos la cañada de las nogueras, le dije de nuevo:
- Hoy hablan los periódicos de Sierra Nevada.
- ¿Y qué dicen?
- Que ayer fijaron la fecha para abril la estación de esquís el próximo 1 de diciembre tras las precipitaciones registradas en las últimas 24 horas. Han caído entre 10 y 15 centímetros de nieve. Han mejorado las pistas que estaban preparando. El sistema de producción de nieve arrancó con 120 cañones dadas las buenas condiciones de temperatura, al alcanzarse los 7 grados bajo cero y poca humedad. Hasta que no esté más cercana la fecha de apertura y pendientes de lo que pueda caer en las próximas 48 horas, ya que se anuncian nuevas precipitaciones para el fin de semana, Cetursa no precisará con exactitud el número de kilómetros esquiables que estarán en servicio, así como el número de remontes abiertos. El próximo martes 27 se presentará la temporada a los medios de comunicación de Granada en el Corte Inglés de la ciudad, donde quedará instalado un expositor para atender al público.

Ya con el borriquillo caminando a nuestro lado, subimos lentos por la cañada de las nogueras. Pisando despacio las hojas secas que por aquí el otoño ha derramado. Y llegamos a los granados. Los que crecen entre los membrillos al borde mismo de la acequia. Nos paramos y, durante largo rato, estuvimos mirando, tocando y cogiendo las mejores granadas y las más abiertas. Me decía la niña:
- Todo esto y la mañana fría con sus nubes sueltas, el color de la hierba y el dorado de las hojas de los granados, escríbelo en tu cuaderno. Y las fotos más bonitas las pones al lado. Para que nos quede bello el regalo que, del otoño de Granada, vamos a ofrecerle a ella.

Tres gotas de rocío
en la mañana tiemblan
colgando relucientes
de la hierba.
En los granados viejos
se refleja
el amarillo del otoño
y tu ausencia.
Dos nubes saltarinas
sobre el frío revolotean.

26 de noviembre: los olivos también son otoño

Mientras íbamos subiendo por la cañada de las nogueras hacia la cumbre del Cerro de la Ermita, la niña me decía:
- Ella tampoco sabe que el otoño en Granada son también los viejos olivos del Cortijo de la Viña.
Y, mientras me comentaba esto, me señalaba a uno de los troncos astillados de estos ancianos árboles. Clavado en el mismo centro de la llanura, antes de la cumbre, se recortaba solitario. Sobre el azul del cielo y las cuatro nubes sueltas que por el cielo revoloteaban. Paramos junto a este añoso tronco y, mirando fijamente, me seguía comentando:
- Porque tampoco ella sabe que los olivares en Granada son muchos y bellos. Por eso forma parte de las señas de identidad de esta ciudad. Hazle una foto y luego lo dejas escrito en tu cuaderno.

Y le hice caso. Y, al escribirlo ahora, de mi cosecha añado que en estas fechas, al final del otoño y comienzo del invierno, es cuando se recogen las aceitunas. Ya sabes, el fruto del olivo y de donde sale el aceite de oliva que a ti te gusta tanto. ¿No lo recuerdas? Pero sí es cierto que tampoco viste, en el tiempo que estuviste por aquí, ni los olivares que rodean a la ciudad de Granada ni como se extrae el aceite que de estos frutos sale. Por eso ahora te lo comento. Para que sepas que en Granada, el otoño, tiene también olivares y olores a aceite. Y son hermosos y huelen a musgo húmedo.

La niña, esta mañana ya lunes, tiene gran interés en compartir conmigo otras cosas de la cañada de las nogueras. Me lo ha dicho y espero emocionado oírla. Pero mientras tanto te digo que el día de hoy se presenta frío, muy frío. Sereno, sin nubes, con algo de viento y color todo de otoño. Hay nieve sobre las cumbres de Sierra Nevada y, en el ambiente se percibe, como si ya la Navidad estuviera por aquí agazapada.

Rueda el tiempo,
al amanecer frío,
otoño callado
siempre contigo.
Silencio y silencio
que se hace gritos,
espera agazapada
sin luz ni caminos.
Frente al alma
llora un niño.

27 de noviembre: los colores de la cornicabra

La cornicabra es un arbusto típicamente mediterráneo. Es silvestre y se cría en las montañas que rodean a la ciudad de Granada. Pero como es una planta que resiste muy bien el frío, la sequía y calores del verano, la han sembrado en algunos de los jardines que decoran la ciudad. Lo mismo que han hecho con la madroñera, el durillo y la encina. Y la niña lo sabe y yo también pero tú no. En tu país no se dan este tipo de plantas y por eso no sabes nada o casi nada de la cornicabra.

Nosotros, la mañana que subíamos al Cerro de la Ermita para ver la nieve en las cumbres de Sierra Nevada, nos encontramos con esta planta. Remontábamos ya por la vereda de los álamos y empezábamos a rozar las matas de romeros que por ahí crece. La niña iba cogida al rabo del borriquillo de plata cuando me dijo:
- ¡Mira qué colores más resplandecientes tiene esta mata!
Miré y vi que era cierto. Por entre las florecidas plantas de romeros resaltaban los ocres naranjas de varias cornicabras. Me volvió a comentar la niña:
- ¿A que parece que alguien ha venido por aquí y la ha pintado?
- Sí que parece eso. Y además, fíjate con que fuerza resalta recortada sobre el fondo verde de los romeros.
- Hazle una foto y también lo recoges luego en tu cuaderno.

Le hice caso y ahora, esta mañana de serenidad y armonía perfecta, me estoy recreando en esta foto. Escribo para ti algunas líneas en mi cuaderno y me fijo en los colores de la cornicabra. Realmente refleja, más que ninguna otra planta, los vivos colores del otoño. Y como ya te he dicho que está muy presente en toda la ciudad de Granada y en sus montañas, te la regalamos para que sepas un poco más del otoño por aquí.

Verde grana
los colores del día,
silencio esperanza
y tú, lejanía.
Llega y ya pasa
la mañana
silenciosa y fría.
Estás y faltas
de la vida.


28 de noviembre: la nieve y la Navidad

Cuando ayer por la tarde la niña volvió de su colegio, a mí me cogió revisando las fotos que habíamos hecho el día del Cerro de la Ermita. Las fotos que sacamos a las primeras nieves que han caído sobre las cumbres de Sierra Nevada. Y, al verme en esta tarea, me dijo:
- Ya sé cual de todas estas fotos quiero que escojas para ponerla en el cuaderno que vamos a regalarle.
Y le pregunté:
- ¿Dime cual?
- Te lo digo enseguida porque antes quiero darte una noticia.
- ¿Qué noticia?
- Que ya han puesto el árbol de Navidad en mi colegio.

Y guardé silencio y para mí me dije que es cierto. Sé que por estas fechas, también en la puerta de la Facultad de Farmacia en el Campus Universitario, todos los años decoran el árbol de la Navidad. Un árbol natural que crece en la misma entrada y que adornan con bombillas. Las encienden justo en estos días y así permanece hasta después de reyes, cuando de nuevo vuelven los alumnos a sus clases. Acordándome de este hecho le dije a la niña:
- Ya sabes: la Navidad es el punto final del otoño y comienzo del invierno. Como si el otoño fuera la preparación para la Navidad misma. Por eso ya han caído las primeras nieves y por eso el frío aumenta.
- Y ella, nuestra amiga, lo sabe pero desconoce la experiencia y por eso tenemos que contárselo.
- Por eso y porque el otoño en sí, en estas tierras nuestras, es hermoso y trae consigo un mensaje muy concreto.

A mi lado, junto a las llamas de la lumbre, se acurrucó la niña. Fue mirando las fotos despacio y al final me indicó la que había escogido para que yo pusiera en mi cuaderno. Me la mostró y otra vez dijo:
- En ésta se ven muy bien las blancas nieves cubriendo las cumbres de Sierra Nevad. Me gusta mucho y creo que a ella le transmitirá el mensaje que queremos.
¿Sabes? La foto la hicimos el otro día y, al fijarme ahora más detenidamente, veo que sí es muy bella. Creo que con esta imagen, además de enseñarte las primeras nieves en el otoño de Granada, te mostramos los paisajes y un muy concreto mensaje.

Otra mañana más
de otoño frío
que avanza mudo
por su camino
Medito en mi corazón
en ti recogido,
en el acebo verde
canta un mirlo,
va el tiempo pasando
inexorable en su ritmo.

29 de noviembre: limoneros en el otoño de Granada Del Cortijo de la Viña tú conoces poco. Solo unas cuantas veces viniste por aquí y ya en primavera. Por eso desconoces cómo son las cosas en la huerta de estas tierras. Y tanto que ni siquiera sabes que, entre otros muchos árboles, en la huerta de este cortijo, crecen limoneros. Sí, entre los naranjos, junto a los que dan mandarinas y a la sombra de los cedros. ¿Y sabes? Limoneros en Granada, también hay en los jardines y en algunos cármenes del barrio del Albaicín. Y te lo cuento porque es este un árbol que casi exclusivamente, en otoño es cuando da su fruto. Y son bonitos los limones colgando de las ramas de los limoneros, al principio verdes y luego amarillos, en estos días fríos del otoño.

Queremos que lo sepas y quiero que tengas noticias de lo que ayer hizo la niña. Volvió de su colegio y, al llegar, la madre le dijo:
- Ve a la huerta y de los limoneros viejos me traes un par de limones. Los necesito para la comida que estoy preparando.
Y la niña me dijo a mí:
- Vente conmigo y le hacemos fotos a los frutos más hermosos que encontremos. Quizá sea bueno que también recojas en tu cuaderno esta otra realidad del otoño.
Y le hice caso.

Y hasta yo me sorprendí al llegar y ver los limoneros de la huerta del Cortijo de la Viña. No son grandes ni tampoco hay muchos pero no pueden más sus ramas con tantos frutos. Verdes todavía algunos, otros amarillos y al mismo tiempo con flores blancas. Me decía ella:
- Procura que salgan bonitas las fotos. Es muy hermoso esto y seguro que a ella le gustará mucho. En su tierra no se crían los limoneros y, como le estamos regalando los colores y olores del otoño de Granada, son necesario buenas fotos de los frutos de este árbol.
Y aquí pongo una de las fotos y te lo cuento. Para que compruebes que en estas tierra y ciudad, el otoño es tan sorprendente y tiene tantos colores y olores, que no hay nada en el mundo que se le parezca.

El día llega
y ni una nube
en el cielo cuelga.
Todo está quieto
y en la fina hierba,
gotas de rocío
tiemblan.
El corazón te quiere,
el alma sueña.

30 de noviembre: los álamos del camino

Cuando volvíamos de la huerta, con los limones que la niña había recogido para la madre, nos venimos por el camino de los álamos. Y fue ella la que me dijo:
- Ya sabes tú que los álamos, en estos días de otoño, se llenan de colores vivos. Por eso quiero que también les hagas fotos.
Otra ve le hice caso y, cuando ya caminábamos por el camino de las tres palmeras, descubrimos los álamos. Frente a nosotros se alzaron hermosos y reflejaban, con fuerza y brillo, lo más fantástico de los colores de otoño.
- ¿Se acordará ella, alguna vez en su vida, de aquel día que vino por aquí en la primavera pasada?
Y la niña no respondió a mi pregunta.

Yo ahora, esta última mañana de noviembre, mientras escribo esto para ti, sí me acuerdo de aquel día. ¡Ha quedado ya tan lejos y tan difuminado en el tiempo! ¿Sabes? Hoy también el día se presenta silencioso. Despejado por completo el cielo, serena la brisa, con un frío intenso y la mañana como suspendida. Tanto que parece que ya sí parece preparada para afrontar un crudo invierno. Y claro que te recordamos. Sabemos que un tu país sí hay ya mucha nieve y, por las noches, el frío es intenso, muy intenso.

La niña, esta mañana, se ha levantado muy temprano. La madre la ha preparado para el colegio y, mientras desayuna, se caliente en las llamas de la chimenea. Me mira y me dice:
- De todas las fotos que le hicimos el otro día a los álamos del camino, ésta es la que más me gusta. Ponla en tu cuaderno y escribe bien las cosas para el regalo que le preparamos.
Y le he dicho que así lo haré. Porque a mí también me gusta la foto que ha escogido. Se ve en ella, con mucha fuerza y brillo, los colores del otoño en los rincones de Granada. Y hasta se distingue, por entre las ramas de los álamos, la Navidad que dentro de unos días llegará.

Como cuando estabas
parece que el tiempo
no pasa.
Y sin embargo ahora,
en el alma,
hay melancolía.
Las horas avanzan
proclamando que el fin
llega con el alba.

otoño-2

1 de diciembre: las castañas, colores y olores del otoño Donde vives tú no hay castaños. Por eso ni sabes lo que son estos árboles ni tampoco conoces sus frutos, las castañas. Y, como en Granada y también en el Cortijo de la Viña, sí hay castaños que dan muy buenos frutos, hoy te lo contamos. Porque son árboles especialmente de otoño. Dan sus frutos por estos días y, poco después, también sus hojas se llenan de colores otoñales. Antes de la Navidad ya están desnudos, proclamando así, el final del otoño y comienzo del invierno.

¿Y sabes? A la niña le gusta mucho tanto las castañas como el color que, por estos días, se ven en el bosque de castaños. Por eso yo, ayer por la tarde, me fui al castañar. Al que hay por el lado de abajo del cortijo, entre el bosque de los robles y los olivos. Me puse y enseguida junté un buen puñado de castañas. Mientras pensaba en ti y en ella. Quería darle una sorpresa cuando volviera del colegio. Y quería que hoy sábado asara estas castañas en la lumbre de la sala del cortijo. A ella le gusta mucho las castañas asadas en las ascuas. Por eso muchas veces me dice:
- Si no hubiera castañas, al otoño de Granada, le faltaría algo. Y si no tuviéramos nosotros lumbre para asar castañas, el perfume del otoño en Granada, estaría manco. Nada hay que huela mejor en otoño que las castañas recién asadas.
Y siempre le digo que tiene mucha razón.

Por eso esta mañana, ya uno de diciembre y mientras espero que se levante, miro las fotos que hice ayer. Ya tengo escogida la que pondré en el cuaderno que vamos a regalarte. Y tengo preparado un buen puñado de castañas. Para, en cuanto termine de levantarse, dárselas a la niña y que las ase en la lumbre que ha encendido la madre. Hace frío y en la hierba hay escarcha. El mejor ambiente para asar castañas mientras te recordamos. Quizá luego, como hoy es sábado, con el borriquillo y su caballo Enebro, nos vayamos a dar una vuelta por los campos. Tanto los castaños como los robles, las nogueras y los álamos, ya el otoño casi los ha dejado desnudos. Pero aun sus hojas muestran colores fantásticos. Y de la hierba llena de escarcha manan olores únicos.


¿El color del otoño?
musgo verde
y miel y madroño.
La escarcha blanca
junto al arroyo,
amanecer callado.
Sobre su lomo
diciembre trae
recuerdos hondos.

2 de diciembre: en el musgo, el otoño concentrado Como ayer la niña no tuvo colegio, fue sábado, me dijo:
- En el puente que tendremos dentro de unos días, quiero que me lleves a la ciudad de Granada. Para buscar y fotografiar los colore y olores del otoño en los distintos rincones que pisó ella antes de marcharse. Pero hoy sábado ¿sabes lo que quiero?
- Lo que a ti te apetezca me gustará a mí.
- Como el día, aunque fresco, tiene un sol espléndido, quiero irme contigo a recorrer los campos. Por el charco de la cascada del balneario y por el acantilado del río. Seguro que por estos lugares encontraremos muchas señales propias del otoño.
Y me pareció bien lo que proponía.

A media mañana, cuando ya el sol calentaba lo suficiente, salimos del cortijo. Llamamos al borriquillo y, por la senda que lleva al charco, caminamos. Estaba clara la mañana, el viento ni se movía y el azul del cielo era intenso. Y el otoño, claramente se veía en todo cuanto nos íbamos encontrando. En el bosque de los robles, en las hojas de loa avellanos, en las de los granados de la acequia, en los membrillos, caquis y cerezos. Y también en el color del agua del arroyo del balneario y en el charco de la cascada. En todo esto y en otros muchos matices se veía el otoño de Granada.

Y, como la niña iba muy atenta buscando ¿sabes dónde de pronto se lo encontró? Antes de llegar al charco, en las rocas de la derecha que hay por debajo de las nogueras. El musgo, en grandes puñados, en estas rocas, sen mostraba agarrado. Me dijo, nada más verlo:
- Hazle una buena foto para ponerla también en el cuaderno que le regalaremos. ¿A que es fantástico?
Me fije despacio y vi que era aun más de lo que expresaba ella. Los jugosos puñados de musgo, verde y fresco, como si estuviera recién nacidos, relucían pegados a la roca. Y, había tanto que emocionado me puse a sacarle fotos. Mientras me ocupaba en ello me seguía diciendo la niña:
- Además del intenso color verde huele a tierra húmeda. Tanto, una cosa y otra, que hasta parece que por aquí es por donde más el otoño se ha concentrado.

La transparente luz
de la azul mañana
llena dulcemente
el alma.
Quizá más allá
no haya nada,
pero queremos que sepas
que llena y basta,
en estos momentos,
la transparente luz
de la azul mañana.

3 de diciembre: la flor del otoño
Al llegar el otoño, en las montañas que hay al norte de Granada, nace una flor especial. Color morado rosa y brota, incluso, antes de que caigan las primeras lluvias. Se le conoce con el nombre popular de “azafrán silvestre” y también muchos la llaman “La Flor del Otoño”. Y es precisamente por eso, porque brota nada más terminar el verano. Decora los campos hermosamente y alegra mucho solo verla. Tampoco tú conoces esta manifestación de la naturaleza en los paisajes de Granada y por eso hoy te lo contamos.

Y lo hacemos, además, mostrándote una foto de esta flor. Una imagen bella que el otro día, la niña y yo, tuvimos la suerte de conseguir. ¿Sabes cómo? Desde el charco de la cascada del balneario, bajamos hacia el bosque de los robles. En busca de los colores y olores del otoño y nos tropezamos con ellos. Me preguntaba la niña:
- ¿Tú sabes que por entre los robles crecen muchas setas?
- Claro que lo sé.
- ¿Y también sabes que todavía es un buen momento para encontrarlas? Es que quiero que le hagas fotos para luego regalárselas y que lo sepa.
Y le dije:
- También todavía es un buen momento para hacerle fotos a los colores de las hojas de los robles. Vámonos por ahí y, cuando veas algo que te guste, me lo dices.

Y, justo unos minutos después, exclamaba ella:
- ¡Mira lo que hay aquí!
Me volví para la derecha y la vi. Bajo unas retamas, por entre la hierbas y abierta como una florida rosa, se mostraba fresca y limpia. Era una solitaria flore de azafrán silvestre. Me seguía diciendo ella:
- Quizá sea la última flor del otoño por estas tierras. ¡Hazle una foto!
Y, sin dudarlo, me puse y conseguí la foto que necesitábamos. Y ahora, en este nuevo día de diciembre, te la regalamos. Para que conozcas un poco más las cosas de estas tierras y para que compruebes que el otoño de Granada tiene colores únicos.

Soñamos que eres
amiga nuestra
y por eso queremos
que vuelvas.
Pero bien sabemos
que tu ausencia
será para siempre.
Mas, en la espera,
rezamos callados
para que vuelvas.


4 de diciembre: la encina y el castaño

Sobre el horizonte y, recortada en el azul del cielo, se ven las encinas. Oscuras y firmes como si elevaran una oración al infinito. La niña y yo bajábamos hacia el bosque de los robles, en busca de las setas del otoño y fue ella la que me dijo:
- ¡Fíjate qué asombro! Busca el mejor ángulo y sácale una buena foto.

A la derecha nuestra se veía el solitario castaño. Todo como encendido en llamas o como bañado en el más fino oro. Mientras la niña me seguía hablando, expresándome el asombro que le producía la figura de las encinas y el castaño, hice varias fotos. Buscando que salieran bonitas y procurando recoger los mejores colores del otoño.
- Y luego lo escribes claro en tu cuaderno. Que sepa ella que las encinas, en estas tierras nuestras, son también hermosas y, por eso, importantes.
Y claro que me acordé de ti. Tampoco sabes, creo que nunca las has visto, lo que es una encina. ¿Que te diga ahora algo?

Sí, la encina es un árbol fantástico. Casi exclusivamente de la región mediterránea, de España, de Sierra Morena, de Granada. No se le caen las hojas en otoño como sí a los castaños, álamos, nogueras y granados. Pero también las encinas dan sus frutos en el otoño. Son las bellotas, el mejor alimento para los cerdos. ¿No lo recuerdas? El jamón serrano que a ti te gusta tanto y que tampoco tienes en tu país.

Pues de las encinas y, en concreto de las cuatro que se clavan en la colina, te regalamos hoy una foto. Para que tengas un detalle más de lo que es el otoño en Granada. Y ya ves que juego tan hermoso de colores: el azul intenso del cielo, las nubes blancas, la silueta gris negra de las encinas y el oro brillante de las hojas en los castaños. Un cuadro único que no tiene semejante en ninguna otra parte del mundo.

Encina hermana
sobre el azul purísimo
recortada,
oración sincera
al rallar el alba.
Encina gris
sobre la montaña,
dile a las estrellas
que en el alma,
sigue viva.
Encina, otoño denso,
y solitaria.

5 de diciembre: los frutos de la encina también son otoñoPor el suelo, entre las piedras, la hierba y las hojas secas, se veían las bellotas. ¿Sabes? Los frutos de la encina, por estas fechas, es cuando justo maduran. Quizá un poco antes. Pero si nadie los recoge, se caen solos y, como en esta ocasión, se quedan por el suelo entre la hierba del otoño y las viejas hojas de las encinas. Aunque, en algunas partes, se las comen los animales silvestres que pueblan las montañas: jabalíes, cabras monteses, ciervos, ardillas… Pero en estas tierras del Cortijo de la Viña, a solo unos pasos de la ciudad de Granada, no ha sido así. Tanto las bellotas de las encinas, como las castañas, nueces, almendras y aceitunas, al terminar de madurar, caen al suelo y por ahí se quedan.

Pues la niña, el otro día y al ver las bellotas de las encinas esturreadas por aquí y por allá ¿sabes lo que hizo? Sin decirme nada se puso y comenzó a juntarlas. Y, mientras las recogía, entusiasmada pero como en un juego, sí me comentaba:
- Verás qué bonitas se ven cuando ya tenga un buen puñado.
Le pregunté:
- ¿Y para qué las quieres?
- En el cuaderno que preparamos para ofrecérselo a ella como regalo, no puede faltar una foto de las bellotas de las encinas. Para que vea y aprenda todas las cosas esenciales de estas tierras nuestras.
Y me alegré, una vez más, que ella piense de esta manera.

Y esta mañana, ya cinco de diciembre y con mucho frío por los campos y poca nieve en las cumbres de Sierra Nevada, pongo una foto más en tu cuaderno. La foto de algunas de la bellotas que el otro día recogía la niña y escribo unas palabras para que las leas. ¿Sabes? La Navidad se acerca y, con todas estas cosas que te estamos ofreciendo, ya preparamos nuestra especial fiesta. Pensando en ti, la niña es la que tiene las ideas claras y por eso yo la apoyo. ¿Que te cuente de qué modo preparamos la Navidad este año? En su momento y, con todo detalle, lo haremos. Pero ya te adelanto que tú, ciertamente que vas a estar en el mismo centro.

A bellotas doradas
huele el aire
de la mañana.
La Navidad se acerca
como agazapada.
Estarás en el centro
aunque seas ausencia,
en el corazón preparamos
una fiesta.

6 de diciembre: inexorable avanza el tiempo
Hoy es fiesta en toda España. Se celebra el día de la constitución. Y por eso hoy la niña no tiene colegio ni tampoco hay clases en la Universidad de Granada. Tampoco mañana habrá clase porque, al ser viernes, en todos sitios han hecho puente. Por eso anoche la niña me decía:
- Aprovechando que no voy a tener clase en los cuatro días que siguen, quiero que me lleves a la ciudad de Granada. Necesito ver el otoño por esos rincones y plazas y quiero que le hagas fotos. Porque, lo más importante del otoño por estos campos nuestros, ya se lo hemos contado.
No le dije nada pero ella supo que me parecía bien su idea.

Así que hoy, me he levantado muy temprano. A las siente en punto de la mañana. He preparado el fuego en la chimenea del Cortijo de la Viña y he cogido mi cuaderno. La madre ya prepara el desayuno y, mientras esperamos que se levante la niña para desayunar junto e irnos luego a Granada, escribo para ti. Repaso las fotos que hicimos el día que fuimos al bosque de los robles y escojo una. La misma que ayer noche me mostraba ella a la vez que decía:
- Ésta, donde se ve el olivo y el viejo arbusto teñido de oro, también quiero que la pongas en el cuaderno. Y le dices que los olivos, en estas tierras nuestras y en toda la provincia de Granada, son árboles cargados con los mejores sabores y olores del otoño. Por eso, estos días, por muchos rincones de las tierras de Granada, huele a aceite recién exprimido.
Y le dije que haría las cosas tal como ella me las indicaba.

Y ahora mismo, al llegar este nuevo día de otoño invierno, estoy cumpliendo su deseo. ¿Sabes? Sigue sin nubes el cielo, han subido algo las temperaturas y los campos se ven muy secos. No llueve ni queriendo y ya estamos casi en Navidad. Pero el tiempo sigue su ritmo y por eso el invierno se acerca. Este año no está haciendo un otoño bueno aunque sea otoño en toda regla.

Te queremos,
a nuestra manera
y en silencio
mientras el tiempo pasa
sereno.
Al amanecer,
ya eres cielo
en el otoño mudo.
En el pensamiento
permaneces viva
en todo momento.

7 de diciembre: las setas del pinar de la umbríaEsta mañana nos hemos despertado casi en el centro de Granada. ¿Sabes dónde, exactamente? En el Carmen de la Victoria, junto a la Alhambra y dentro del barrio del Albaicín. ¿Que te cuente cómo ha sido esto?

Sí, ayer por la mañana, según el deseo de la niña y para regalarte un poco más del otoño de Granada, salimos del Cortijo de la Viña. Rumbo a la ciudad y con la intención de quedarnos por aquí todos los días del puente de la Constitución y de la Inmaculada. Pero antes de salir del cortijo nuestro me decía ella:
- Como el camino pasa por el mismo centro del pinar de la umbría, me llevo mi cesta de mimbre y buscamos algunas setas. Así le llevamos un pequeño regalo a mi amiga.
Le dije que sí y, en compañía del borriquillo Sinombre, nos vinimos por el camino del pinar para buscar algunas setas mientras nos acercábamos a Granada. ¿Y sabes? Aunque en este otoño ha llovido poco, las setas en los bosques, sí han brotado. No tantas como otros años pero sí algunas muy buenas. Aunque la niña y yo buscamos solo una muy concreta. El Lactarius deliciosus, conocido popularmente con el nombre de níscalo. Hongo comestible, muy jugoso, que suele hallarse en los pinares y es fácil de distinguir por el color verde oscuro que toma cuando se corta en pedazos. Resulta muy agradable al paladar.

Pues encontramos muchos. Al menos dos kilos. Pero lo más divertido es que también encontramos gran cantidad de otras especies. Por eso la niña me decía:
- Hazle fotos y procura que salgan bonitas. Porque en el cuaderno que le vamos a regalar para Navidad, tienes que poner al menos una. Para que vea que el otoño en Granada también tiene olores y colores de setas deliciosas.

Y ahora, al llegar la mañana de este nuevo día, ya pongo en tu cuaderno una de las fotos que hicimos ayer, a dos de las muchas setas que nos encontramos. Luego, cuando pase un rato y se levante y prepare la niña, compartimos contigo el otoño que nos hemos encontrado en los rincones más singulares de Granada. El jardín de la casa donde esta noche hemos dormido, Carmen de la Victoria, es centenario y por eso está lleno de asombros. Colores, olores, luces y sombras que muestran un otoño fantástico. Te lo contaremos.

Colores de otoño
que los días nos regala
sin merecerlos nosotros.
Tardes plateadas
que en silencio hondo
nos abrazan.
Todo nos grita de ti,
en todo faltas
aunque en todo estés
callada.

8 de diciembre: desde el Carmen de la Victoria
El Carmen de la Victoria es uno de los sitios más bonitos de Granada. Se encuentra casi en el mismo corazón del barrio del Albaicín. Al final de la Cuesta del Chapiz, a la izquierda. Es una gran casa con jardín, frente a la colina de la Alhambra y mirando al sol de la mañana, del mediodía y de la tarde. Desde el jardín de esta bella casa se ve también parte del río Darro, un buen trozo de Granada y las elevadas cumbres de Sierra Nevada. El jardín de este Carmen de la Victoria, es centenario. Por eso, en estos días, en su recinto hay una exposición de pinturas y fotografías antiguas. Para mostrar cómo fueron las cosas por aquí hace un siglo.

¿Que cómo encaja este jardín en un rincón tan especial dentro del “Otoño en Granada”? Te lo explico un poco. Al llegar nosotros a este lugar la otra tarde, lo primero que me dijo la niña fue:
- Antes de nada vamos a dedicar un buen rato a ver y fotografiar los colores y olores de este jardín. Y así te vas preparando para regalarte a ella lo mejor de cuanto encontremos por aquí.
Caía el sol y, sobre la Alhambra, los dorados rayos parecían llamas vivas. Lo mismo sobre los bosques de esta colina y por los tejados de las casas de este barrio. Y, por entre las hojas y ramas del jardín centenario, las rosadas luces de la tarde, se filtraban llenando de otoño todo el rincón. Sobre el agua de las fuentes jugueteaban los azules del cielo y también sobre las bayas rojas de las plantas del jardín. Me decía ella:
- Luego lo escribes claramente en tu cuaderno para que sepa que, el otoño desde aquí, es bello, muy bello.

Y, al amanecer de este día ocho de diciembre, fiesta de la Inmaculada, ya lo estoy escribiendo. En el cuaderno he puesto una de las fotos del jardín, la de las bayas rojas y la maceta con pitas enanas y te lo cuento. ¿Sabes? Hoy amanece nublado y con mucha niebla por los campos. No hace frío pero sí parece ya un día de invierno íntimo. Porque hasta huele el aire a humedad y, es tanto el silencio, que todo está como suspendido.

Niebla blanda
de otoño viejo
que en la mañana
regalas besos
¿Qué encierras
en tu frágil alma
y entre la hierba
color de plata?
Niebla amiga,
solo ella falta.

9 de diciembre: tarde de otoño por Granada
Desde el Carmen de la Victoria baja una calle, carretera asfaltada, que se conoce con el nombre de “Cuesta del Chapiz”. Famosa esta calle en toda Granada y, sobre todo, en el barrio del Albaicín. Viene en todos los mapas y todos los turistas la recorren. Tú también la has andado y por eso sabes a dónde lleva y por qué rincones pasa. ¿Que de qué modo encaja, la Cuesta del Chapiz, en el regalo que preparamos para ti de El Otoño en Granada? Encaja y es así:

La niña y yo, la otra tarde, salimos del Carmen de la Victoria y bajamos por esta calle. En busca del Paseo de los Tristes, el río Darro y los bosques de la Alhambra. Por estos rincones de Granada, el otoño sí es fantástico en colores, olores, luces y atardeceres. Y la otra tarde, ya íbamos llegando al río cuando me dijo ella:
- Mira que edificio tan grande nos va quedando por la izquierda.
Era el gran palacio de los Córdovas, sede del Archivo Municipal. Le dije:
- Dentro hay granados, laureles y algunas fuentes con agua. ¿Quieres verlos?
- Si, y le hacemos fotos y luego se lo contamos.
Pasamos y, lo primero que nos sorprendió fue el viejo caquis. Ante nosotros se presentaba cargado de frutas color oro, ya sin hojas, recortado en el azul del cielo y, de fondo, las torres del gran palacio. Un cuadro muy hermoso que, de ningún modo, podíamos dejar de recogerlo. Por eso me seguía diciendo:
- Es una presentación del otoño muy bella. Algo sencillo pero esencia pura de Granada.

Estuve de acuerdo con ella. Por eso hice varias fotos y la mejor de todas, ahora ya la pongo en tu cuaderno. Para que también sepas, de este viejo palacio junto al río Darro, frente a la Alhambra y entre los mejores colores del otoño. ¿Sabes? Como tampoco en tu tierra se crían los caquis, seguro que para ti va a ser muy importante esta imagen. Un rincón más de Granada, hermoso como pocos otros lugares en este mundo y decorado con los colores y olores del otoño. Para que conozcas más y no olvides nunca la ciudad que tanto te fascinaba.

La luz rosada
de las tardes de otoño
por Granada
te mantiene viva
en el alma.
Aunque no lo creas
el otoño proclama
que tras la muerte aparente
nada acaba.
El corazón te recuerda
Cada mañana.

10 de diciembre: otoño en los jardines de Granada
Cuando el otoño llega, muchas de las plantas de los jardines de Granada, se transforman. Es el caso de la parra silvestre. Una delicada planta trepadora que decora mucho en los jardines de las casas. Sus hojas son muy hermosas, verdes en primavera y verano y oro naranja o rojo fuerte, en otoño. Porque luego, antes de llegar el invierno, se desprenden de sus ramas y mueren. Pero antes, en cuanto el otoño va un poco avanzando, se visten de colores tan hermosos y fuertes, que da gusto verlas.

Es lo que le pasaba a la niña la otra tarde por entre los jardines del Carmen de la Victoria. Y lo mismo en los jardines del palacio de los Córdovas y luego por la Cuesta de los Chinos y el Generalife y la Alhambra. Cada vez que encontrábamos unas de estas parras silvestres, se paraba frente a ella, la miraba, cogía algunas de sus hojas en las manos y, mostrándomela decía:
- ¡Fíjate qué colores de otoño! ¿A que parece como si algún pintor importante hubiera estado por aquí dibujando cuadros fantásticos?
- Sí que lo parece. Porque, como bien dices, es emocionante solo contemplar los tonos que muestran estas hojas de parra silvestre.

Y, como caía la tarde, la luz del sol derramaba rojos por todas partes. Por entre las ramas de un viejo almez entraba un puñado de estos luminosos rayos y se dormían en tres hojas de una parra silvestre. Al verlo, me volvió a decir ella:
- Ponte en este lado, concéntrate y saca una foto bonita de esta imagen. Se la regalamos luego a ella para que también vea otro matiz del otoño por estas tierras.
Le hice caso y ahora, esta mañana de diciembre sin lluvia, aquí pongo la foto. Para complacer a la niña y para obsequiarte a ti. Porque estoy contento, a pesar de todo. La foto ha salido muy hermosa. Creo que roza casi la perfección de lo que es el otoño por entre los jardines de Granada.

Ayer hubo nubes,
hizo algo de frío
y llovió un poco
despacito.
No fue suficiente,
la hierba está sin brillo
y la tierra seca.
Pero a su ritmo,
el otoño avanza,
por el camino
asoma la Navidad
también despacito.

11 de diciembre: tarde por el Carmen de los Mártires ¿Te acuerdas tú del Carmen de los Mártires? Sí, el jardín centenario que hay sobre la colina, al sur de la Alhambra. En su momento, este verano pasado, te hablé mucho de este lugar y, entre otras cosas, te dije que al llegar el otoño te contaría más de este sitio. Porque, en aquel momento, me parecía que el otoño en el Carmen de los Mártires, debías ser un gran espectáculo en las fechas estas, antes de la Navidad. Y ahora que ya el invierno se acerca, puedo confirma lo que en aquellos días intuía. Y, además, te digo que es mucho más de lo que había imaginado. La otra tarde, la niña y yo, pudimos verlo despacio.

Subimos, desde el palacio de los Córdovas y el río Darro, por la Cuesta de los Chinos. Disfrutando de la tarde y de los colores del otoño, por ahí presentes en muchos rincones y coronamos la colina de la Alhambra. Por donde venden las entras paras a los turistas y luego nos vinimos para el lado del sur. Ella no paraba de comentar:
- Yo creo que en ningún otro lugar de Granada, se ven mejor y claramente las señales del otoño que en los jardines de esta cumbre.
- Si que son especiales los matices del otoño por aquí.

¿Te acuerdas tú del lago de los patos y de las madroñeras en el mismo corazón del Carmen de los Mártires? Pues al llegar a él, nosotros la otra tarde, nos quedamos parados. Observando los colores del otoño en las aguas reflejadas y las hojas de los árboles flotando. Me decía la niña:
- Procura que todo salga en una foto hermosa. Es tan bonita la escena, el rincón, las luces y las sombras, que tiene que verlo ella.
Y aquí te la mostramos. Porque salieron bonitas todas las fotos que la otra tarde hicimos en el Carmen de los Mártires. Llenas de pinceladas ocres, transparentes y con un otoño tan reluciente que asombra al alma. La pongo en el cuaderno para tu regalo y te la cuento brevemente. Queremos que sepas nuestro deseo de ofrecerte los mejores colores y olores que por aquí en otoño nos está dejando. Te queremos.

Solitario el jardín,
la otra tarde estaba,
y hondo era el silencio
que se escuchaba.
Parecía que dentro,
en el alma,
tu voz dulce y sonora,
resonaba.
La tarde era de otoño
hermosa y clara.

12 de diciembre: atardecer en el otoño de Granada Tú también sabes que las puestas de sol en Granada son únicas. Las has visto muchas veces aunque nunca en otoño. Y es una pena porque en esta estación del año son mucho más bellas. Y, observarlas desde los jardines del Carmen de los Mártires, ni te cuento. Pero sí, te las vamos a contar a nuestra manera.

Porque la otra tarde, después de que la niña y yo terminábamos de recorrer los rincones más singulares de este jardín, nos vinimos para el lado del sol. Despacio y observando cada detalle y los matices del otoño entre las madroñeras, las palmeras, las hojas de los plátanos y el agua en las fuentes. Y a todo le hicimos fotos. Sin parar me decía ella:
- Es para quedarse por aquí una vida entera y recoger, en cada momento, las cosas concretas.
Yo entendí que me decía esto por la abundancia de colores, olores y luces que por aquí, a lo largo del día, el otoño presenta. Por eso le respondía:
- Es así y mucho más. Tú fíjate como todo parece transmitir un mensaje mucho más importante de lo que aparenta. Como si estuviera proclamando la presencia de una realidad muy bella al otro lado de los colores que reflejan las hojas.
Miraba y guardaba silencio.

Y ya nos habíamos venido mucho para el lado del sol. Y nos paramos, sobre el balcón que tú conoces y desde el que se ve toda la ciudad de Granada, la vega y el lejano horizonte por donde cada tarde se pone el sol. También esta tarde el sol ya se estaba ocultando. Por eso nos pusimos a observarlo y a hacerle fotos. Ella me dijo:
- No hay palabras. Solo una buena imagen puede expresarlo aproximado.
Y aquí tienes la imagen. Una puesta de sol del otoño en Granada desde el Carmen de los Mártires. Para ti, como regalo.

Más allá de luz
roja naranja
que en las tardes de otoño
baña a Granada,
hay una realidad única
agazapada.

Los colores ocres,
el frío, la escarcha,
la Navidad que llega
y la nieve blanca,
solo son reflejos
que de Dios nos habla.
Y tú estás ahí
hermosa, callada.

13 de diciembre: desde Plaza Nueva
Desde los jardines de la colina, el Carmen de los Mártires y bosque de la Alhambra, descienden caminos. Por entre la espesura de la vegetación hacia la ciudad y el río. Y el más importante de esos caminos, carretera asfaltada y aceras empedradas, es el de la Cuesta de Gomarez. ¿La recuerdas? La recorriste muchas veces en el tiempo que estuviste en Granada. Y por eso sabes y, yo ahora te lo confirmo, que es un recorrido muy bello. Pero no la viste ni nada conoces de ella en la estación del otoño. Te lo cuento en dos pinceladas.

Por este camino, bajamos la niña y yo la otra tarde. Hacia Plaza Nueva que es por donde pasa el río Darro. Y, mientras descendíamos cruzando los bosques repletos de colores otoñales, me iba diciendo:
- Es tan denso por aquí el otoño y tan variado que de cualquier rincón de estos se podría escribir un grueso libro.
- Estoy de acuerdo contigo. Y, además, sabiéndolo hacer, de por aquí saldrían no uno sino cientos de libros únicos en el mundo.
- Por eso, pon interés y recógelo bien en fotos y redáctalo luego con mucha claridad y belleza. Es necesario, muy necesario que ella lo sepa.
Y, siguiendo su deseo y sin dejar de pensar en ti, hice muchas fotos. De todo lo más delicado que por estos rincones el otoño anda dejando.

Llegamos a plaza Nueva y nos paramos. Para recoger las laderas que desde aquí se ven y el río con su misterio. Tú también conoces Plaza Nueva. Pero tampoco viste los matices del otoño que desde este lugar se observan. Por eso, una de las muchas fotos que aquella tarde hicimos, la pongo ahora mismo en mi cuaderno. Para que puedas ver lo que nosotros vimos. Y para que forme parte del regalo que, para ti, preparamos. ¿Sabes? Desde Plaza Nueva, ladera arriba por los bosques de la Alhambra y el río Darro, el otoño es muy hermoso. Los colores y las luces, al caer las tardes, no tienen igual en ningún otro rincón del mundo. Queremos que lo sepas.

Te llevaste tus manos llenas
de no sabemos qué
y por aquí dejaste el alma
hasta sin fe.
Vacío de otoño cálido
que sabe a miel
y duele en la oscuridad
una y otra vez.
Nada te llevaste contigo,
todo desde ayer
es por aquí otoño herido
color de té.

14 de diciembre: iluminación de Navidad en Granada

Cuando ya el otoño va inclinándose hacia su final, en las calles de Granada, aparece la Navidad. Como si surgiera del otoño mismo. Por eso llega de puntilla y se presenta de la noche a la mañana. ¿Sabes lo que te digo? Que la otra tarde, la niña y yo, así es como la vimos:

Desde Plaza Nueva, despacio nos vinimos para el centro. En busca de la plaza donde se recoge el corazón mismo de Granada. Sí, tú la conoces. Es donde termina la Gran Vía y emerge la estatua de los Reyes Católicos. Donde una sencilla fuente llena de rumor de agua el aire y donde casi todos los turistas se hacen fotos. Llegamos nosotros a este punto, tras los matices del otoño y los encontramos pero ya vestido, como te decía, de Navidad. Porque a los lados de la fuente, en su portada principal que es la que mira la Gran Vía, vimos los floreros. Dos grandes macetones llenos de rojas flores de pascua. Lo rozó la niña con sus manos y me dijo:
- Seguro que ella, el año pasado, sí vio esto. Pero por si acaso, hazle fotos y luego le hablas de ello. Y dile que la Navidad, en Granada y el cortijo nuestro, es el punto y final del otoño.

Le hice fotos a los dos grandes floreros repletos de flores de pascua y luego a la iluminación en la Gran Vía. ¿Sabes? El día ocho de este mes inauguraron la iluminación de Navidad en Granada. Todavía antes del fin del otoño y por eso te decía que, el otoño se acaba justo cuando la Navidad llega. Y, como en aquella tarde se hacía de noche, la flamante iluminación lucía toda hermosa. Desde un Extremo a otro de la Gran Vía y por las calles adyacentes. A mí y a la niña nos gustó y por eso, pensando en ti, ahora te mostramos las fotos y te lo contamos.

Por aquí,
ya huele el aire
a turrón de almendra
y el miel sabe
las mandarinas frescas.
Y en tu mundo,
por tu tierra
¿cómo preparas
el fin de años
y la Navidad que llega?
Por aquí,
en el alma arde,
más y más tu ausencia.
No estás con nosotros
y la Navidad llega.

15 de diciembre: haces falta, te necesitamos

Ahora, ya todas las mañanas, amanece el campo blanco. Nada de nieve porque, desde hace mucho tiempo, ni siquiera hay nubes en el cielo. Es de escarcha por lo que, al amanecer, blanquea el campo. Ya han llegado los recios fríos y, como son las noches más largas del año, el rocío sobre la hierba se hiela y, por las mañanas, todo se ve blanco. Hasta asusta salir para ir a algún sitio, a primera hora del día. Pero es lo propio en este tiempo: que haga frío y que los árboles se queden sin hojas, que se hielen las aguas en los ríos, que maduren los caquis y que el invierno llegue.

Hoy, por ejemplo, va amaneciendo y, desde la sala del Cortijo de la Viña, me entretengo en mi cuaderno. Ya arde el fuego en la chimenea y la madre trajina. La niña se ha levantado y, como es sábado, enseguida me ha dicho:
- Quiero ocupar la mañana en ver las fotos que hicimos el otro día por las calles de Granada. Y quiero luego escribir una bonita página en el cuaderno para dejar ahí expresado mi cariño por ella.
Sí, cada día te recordamos sin que te olvidemos nunca. ¡Te necesitamos tanto! Y ahora, con este frío de invierno y la escarcha al llegar el día y la Navidad que se acerca, lo que más necesitamos es que estés. Por esto y por otras cosas, le he dicho a la niña:
- Otra foto más de la iluminación de Granada voy a poner en su cuaderno. Para que sean varias y así pueda tener una idea más exacta de cómo son las cosas por aquí.
- ¡Vale!
Me ha respondido escuetamente.

Y aquí pongo la foto. Mira despacio y verás como reconoces los sitios. Es el Ayuntamiento de Granada, decorado para la Navidad y con un letrero en la fachada donde se puede leer: “Felicidades”. También puedes ver otro trozo de la Gran Vía iluminada y el frío de la noche. El otoño se está acabando, el invierno trae ya acuesta su frío, la Navidad asoma por el horizonte y nosotros te recordamos. Haces faltas, te echamos de menos, te necesitamos. Nada llena por completo tu ausencia.

Pero recogeremos,
de la blanca escarcha
que al amanecer blanquea,
helada, helada,
tu ausencia.
¿Sabes para qué?
Con ella
y el otoño desnudo,
te tendremos más cerca.
Sí, en el corazón,
de nuestra Navidad pequeña.

otoño-3

16 de diciembre: dueles en el aire que en la tarde besa Muchos rincones de Granada, ya te lo he dicho, por estos días se transforman. Para la Navidad que llega, todo lo decoran. Ponen luces de colores en los escaparates, montan belenes en las plazas y calles, en los jardines siembren nuevas flores, en los balcones ponen banderas y macetas con geranios y también belenes. Granada entera se viste de gala pero con un traje muy distinto a como lo hace en primavera y en verano. La Navidad es una fiesta íntima, del corazón, del alma, de la emoción, de la añoranza. Pero solo la emoción y el alma saben el verdadero valor de esta fiesta.

Y nosotros, tus amigos en la distancia y recogidos en el Cortijo de la Viña, estamos intentando compartir contigo esta fiesta. Desde hace unos días recogemos despacio los colores y olores del otoño por estas tierras. Ya nos queda poco. Porque se acaba esta estación del año y porque también ni siquiera hojas van quedando en los árboles. Un año más el otoño llega a su fin y lo hace a lo grande. Sobre todo, por las calles y plaza de Granada. Las luces iluminan, los belenes resaltan, las flores decoran, la música ambienta y los olores despiertan. Es la Navidad que llega.

¿Y sabes? Nosotros y a nuestra manera, la otra tarde recogimos tres pinceladas más de esta fiesta. La niña y yo, desde el Ayuntamiento, seguimos bajando y nos encajamos en la plaza de la Fuente de las Batallas. La vimos iluminada, vimos la estrella azul y vimos los árboles arropando. Con los últimos colores del otoño en sus hojas y mirando de reojo. Ya también lo han decorado con las luces de Navidad. Ya han transformado un rincón más en esta plaza de Granada. Porque el otoño se recoge y la Navidad llega. Te regalamos una foto más para que lo veas.

Del aire que en la tarde
nos besa,
mientras te recordamos
sin que lo sepas,
recogemos del otoño
tu ausencia.
Y a ratos te soñamos
en las estrellas
y otras veces rezamos
para que vuelvas.
Todo es hermoso
pero tu ausencia
duele en el aire
que, en la tarde, besa.

17 de diciembre: el viejo granado del corazón de Granada
Me decía la niña, ayer por la tarde:
- A veces, no merece la pena ni siquiera pensar en las cosas o en las personas.
Me extrañó esta afirmación y por eso le pregunté:
- ¿En qué estás pensando?
- En que es mejor, en la vida, olvidarse de todo y dejar que pasen los días. Como si nada sucediera, como si no esperara nada. Y lo digo porque, ya me he dado cuenta que por más vueltas que le dé a las cosas en mi mente, no sirve para nada. Todo siempre rueda ajeno a mi deseo y sueño.

No entendí demasiado lo que ella quería decirme y por eso la dejé que hablara. De nuevo me dijo:
- ¿Sabes? Estoy descubriendo que lo único que importa es hacer fotos a las cosas y escribir de ellas. Esto sí queda. Lo demás, es como humo o pavesas que se lleva el viento.
Tenía yo en mis manos, en ese momento, la foto del viejo granado. El que crece justo en el mismo centro de la ciudad de Granada. Sí, en Puerta Real y no en la Gran Vía. Y es un árbol muy viejo, de tronco retorcido, algo añoso y con sus ramas en forma de paraguas. La otra tarde, al pasar por allí mientras recorríamos los rincones de la ciudad, nos paramos y le hicimos algunas fotos. No salieron muy bien porque ya era de noche y resultaba complicado. Pero, mostrándole una de estas fotos, ayer por la tarde, le decía yo a la niña:
- Cuando ella estaba, en la primavera pasada, vi este árbol lleno de hojas y con flores. Se marchó al llegar el verano y por eso, cuando ya el granado tenía las granadas gordas, no las vio. Tampoco las ha visto en este otoño ni ahora que ya está desnudo y lleno de luces de Navidad.

Observó la foto la niña y dijo:
- Es lo que te vengo diciendo: pensar en esto no sirve para nada. No conseguiremos ni que vuelva ni que nos recuerde. En cambio, si lo dejamos escrito y ponemos la foto en tu cuaderno, al menos quedará para siempre y no será fácil que lo borre el tiempo.
Puse en mi cuaderno la foto y luego escribí:


El granado viejo
del corazón de Granada,
ahora está sin hojas
y de sus ramas
cuelgan lucecitas
azules y blancas.
El otoño añejo
decidido avanza.
Donde ayer había flores
y frutas maduradas,
hoy hay tallos
color escarcha.
Todo se transforma,
tú siempre faltas.


18 de diciembre: puede nevar cuando el otoño se marcha Puede ser que antes de que se vaya el otoño, nieve. Y el otoño llega a su fin dentro de tres días. Pero podría nevar antes de que el otoño termine. ¿Sabes por qué lo digo? Porque ayer por la tarde se nubló mucho. El cielo se puso por completo negro y, sobre las cumbres de Sierra Nevada, eran mucho más espesas y las nieblas se amontonaban. Me decía la niña, al volver de su colegio, acurrucada en sí y en su abrigo para quitarse el frío:
- Sería interesante que cayera nieve justo en estos días. Para despedir al otoño y recibí a la Navidad en su propio ambiente.
Le dije:
- A mí, desde luego, sí que me gustaría. Donde vive ella, desde hace muchos días, tienen nieve. Y las temperaturas han bajado hasta quince grados bajo cero. ¿Qué te parece?

Tenía yo en ese momento las fotos que la otra tarde hicimos por las calles de Granada y mi cuaderno. Me respondió ella:
- Que debes escribirlo con mucha claridad y belleza. El fin del otoño y la llegada de la Navidad, por estas tierras nuestras, es lo más importante del año. Y, contárselo con el corazón, es el mejor regalo.
Una de las fotos que miraba era precisamente de la iluminación de la Navidad en las calles de Granada. Las luces que han colgado en la calle San Juan de Dios y las dos torres de la iglesia.

Porque la otra tarde, después de hacerle fotos al granado viejo del centro de la ciudad, nos fuimos por la calle Mesones. En la plaza Bibarrambla estuvimos viendo el mercadillo que ahí han puesto y los belenes artesanos. Luego vimos el belén que también han montado delante de la catedral y seguimos. Pasamos por el jardín botánico de la Facultad de Derecho y llegamos a la calle San Juan de Dios. Lucía ya el alumbrado y al verlo tan bonito me dijo la niña:
- Hazle la mejor foto del año. Ella tiene que verlo.
Miré y vi que, con las torres de fondo, las luces de colores resaltaban luminosas. Era exactamente lo que la niña me pedía. Hice la foto y aquí la pongo ahora. Para que sea un trozo más de la Navidad apareciendo por los rincones de Granada justo cuando el otoño se marcha. Y si nevara esta misma noche o mañana o pasado, ya no faltaría nada. Solo tú.

Nubes negras,
hondas y blandas
cubren la tierra
en la mañana.
Hace frío,
los mirlos cantan,
la Navidad asoma
por la ventana.
Si de verdad cayera
una gran nevada
la Navidad sería
reluciente, exacta.
Pero sigues ausente,
Faltas.

19 de diciembre: el viento de otoño El viento de otoño, tiene un acento especial, cuando por las noches se oye. Sonidos o música que tú tampoco conoces, en estas tierras nuestras. Y, en tus tierras, nosotros no sabemos qué sonido tiene el viento del otoño.

Pero anoche ¿sabes? por aquí se oyó con un acento especial el viento de otoño. Traspasado de frío, con sabor a nieve, impregnado de Navidad y con acento trascendente. Y se ha oído a lo largo de casi toda la noche y, ahora, al amanecer, todavía se oye. Y lo de anoche fue así: sentados en la lumbre de la chimenea del Cortijo de la Viña, estábamos nosotros, cuando me dijo la niña:
- La foto que hicimos del Hospital Real, con el granado en la puerta, ponla también en el cuaderno que escribimos para ella.
Hicimos esta foto cuando el otro día ya nos veníamos de la ciudad. Subíamos por los Jardines del Triunfo y, al pasar por la puerta del Hospital Real, Rectorado de la Universidad de Granada, vimos la imagen. La puerta principal de este edificio, su mármol blanco y las ramas doradas de los granados. Me dijo ella:
- Fíjate, los últimos colores del otoño en los rincones de Granada. Entre las luces de la Navidad y el frío del invierno, todavía queda otoño durmiendo.

Vi que era cierto. Por eso hice una foto con mucho cuidado mientras gozábamos del cuadro. Descubrimos que era hermoso y por eso la señalamos con la palabra “para el cuaderno”. Y, en esto estábamos, cuando arreció el viento. Rompiéndose en los cristales de la ventana, entre las acículas de los pinos y las desnudas ramas de los álamos. Me decía la niña:
- Es como si estuviera empujando para que ya el otoño se marche y deje paso al invierno.
- Sí que parece eso.
Le dije yo. Y al amanecer de este día nuevo todavía sigue azotando el viento. Con el acento especial de otoño y con nos sé que sabor a Navidad y a invierno. Quizá nieve hoy porque el cielo está muy negro y hace mucho frío. Sería hermoso como broche final, llegada de la Navidad y comienzo del invierno.

Al amanecer
como una esperanza,
como una ilusión nueva,
hay en el alma.
Y es distinta
cada mañana.
¿Qué esperamos
que el viento nos traiga?
No lo sabemos
pero en la ventana,
a veces parece
que llamas.

20 de diciembre: desde el Puntal de los AlmendrosDesde el Puntal de los Almendros, Granada siempre se ve con todo su esplendor. Tú lo sabes bien. Desde este lugar, al norte de la ciudad y remontado un poco en la montaña, muchas veces observaste esta panorámica. Y es igual de hermosa en verano, otoño, invierno o primavera. Pero en otoño, la estación del año que estamos compartiendo contigo, tiene un matiz especial.

Por eso, la otra tarde, cuando ya regresábamos al Cortijo de la Viña, nos paramos un momento en este Puntal de los Almendros. Me dijo la niña:
- Para observar el otoño, por última vez este año, desde este lugar tan estupendo.
Ya era de noche y por eso, al fondo, la ciudad que se veía, era todo un mar de luces de colores. Granada toda iluminada y como aplastada en espera de la Navidad. Un matiz especial del otoño en sus últimos retazos que tampoco queríamos dejar de ofrecerte.

¿Y sabes? Un poco más abajo del Puntal de los Almendros, se veía tu residencia. Donde has vivido el tiempo que estuviste en esta ciudad. Y al lado de debajo de tu residencia, se veía el Monasterio de la Cartuja. ¿Lo recuerdas? Me volvió a comentar la niña:
- Otro día vienes y le haces fotos. Es necesario que nuestro regalo tenga una bonita imagen de este monasterio.

La foto ya la tengo hecha. En este día veinte de diciembre, la preparamos para ponerla en tu cuaderno. Para que tengas también entre tus manos la bonita imagen del monasterio viejo, un reflejo más del otoño en Granada y fiel compañero de los días que estuviste por aquí. ¿Cuántas veces observaste esta imagen desde la ventana de tu residencia? Muchas pero en otoño, ninguna. Y menos al ponerse el sol y recortado sobre las nubes en la lejanía.

Sigue el cielo encapotado,
no para el viento,
hay niebla a lo lejos
y está nevando.
Se ve Sierra Nevada
toda vestida de blanco

No sabemos qué
pero esperamos
que en cualquier momento
algo
nos anuncie alguna llegada.
Se presiente a la Navidad
y en el campo
se palpa tu presencia
por todos lados.

21 de diciembre: punto y final del otoñoA partir de ahora, de Granada capital en otoño, nos queda poco que contarte. Se acaba esta estación del año y lo hace fundiéndose con las fiestas de la Navidad. Y claro que también son importantes estos días hasta el último del año. Pero es como un punto y final, a parte. Porque a partir de hoy, empiezan las vacaciones, tanto en la Universidad como en los demás centros educativos. Y las calles y plazas de Granada, como ya te hemos dicho, se convierten en Navidad.

Casi en cada casa hay un belén y, un arbolito iluminado, lleno de regalos. Pero belenes importantes, que se pueden visitar y entran en la lista para el concurso ¿sabes cuántos hay? En total son veintidós. Por eso, a partir de ahora, la niña y yo, podríamos seguir recorriendo esta ciudad y visitar cada belén y contártelo. Sería, en el fondo, ir poniendo el broche final al otoño que te hemos ido contando. Pero quizá no hagamos esto. ¿Qué haremos entonces? Quedarnos en el Cortijo de la Viña, nuestro rincón pequeño y, desde aquí, contarte un poco más, los ultimísimos días del otoño, mezclados con la Navidad, el nuevo año y el invierno. ¿Y nuestro belén particular? Sí, también lo tenemos.

Hoy por ejemplo, la niña y yo, cuando ella vuelva del colegio, tenemos pensado ir al arroyo del balneario. ¿Para qué? Para recoger algo de musgo, algunas piedras y tallos de romero y traérnoslo al cortijo para el belén. Ayer ya estuvimos por ahí buscando y, lo que más nos gustó, fue el charco azul del balneario. Todos los días ahora ya se hiela un poco y, como cayeron algunos copos de nieve, a su alrededor decoran hermosamente. Te mostramos una foto para que te hagas una idea. Y para que compruebes también el final que por aquí va dibujando el otoño.

¿Quién vendrá
a visitar nuestro belén
en Navidad?
En un rincón pequeño,
lejos de la ciudad,
vamos a ponerlo.
Se va ya
el otoño viejo
y tú no estás.
Pero en tu recuerdo,
y como mensaje de paz,
haremos un nacimiento.
¿Quién vendrá
por aquí a verlo
en estos días de Navidad?

22 de diciembre: niebla por los bosquesHoy se abre el día con aspecto de todo un poco. Parece otoño porque, por el suelo, bajo los álamos y las nogueras, se extiende una gran alfombra de hojas secas. Parece invierno porque se presenta muy nublado y hasta llueve algo. La tierra está mojada y, en la hierba, cuelgan las pequeñas gotas de la lluvia clara. Y también parece Navidad porque ya la niña no tiene colegio y, en Granada capital, las luces, los escaparates y los belenes, presentan un deslumbrante aspecto. También en este cortijo nuestro, el belén se encuentra casi terminado. Solo nos quedan unos cuantos detalles que hoy mismo atenderemos. Porque hoy es un buen día para construir el belén, mientras te recordamos y pasa el tiempo.

¿Sabes? Ayer por la tarde, la niña y yo, fuimos al bosque grande. Al de los pinos recios en la cumbre oscura. Por ahí hay muchas piñas secas que ruedan por el suelo y también hay abundante musgo y ramas viejas. Elementos que necesitamos para el belén nuestro. Por ahí todo huele a otoño húmedo, a hierba fresca y a setas nuevas. Por eso, entusiasmada, me decía la niña:
- Hazle una buena foto a los pinos envueltos por la niebla.
Porque la niebla era espesa y, en los troncos de los pinos, reblandecido, colgaba el musgo. Le decía yo a ella:
- Sí que me interesa mucho hacer una buena foto de este pinar perdido entre la niebla. Estamos terminando su cuaderno, porque el otoño también se acaba y es bueno que le regalemos una foto de este día concreto.

Y ahora, esta mañana, con cara más de invierno que de otoño, te saludamos y ponemos en tu cuaderno la foto. Puedes ver que salió bella, húmeda como el día mismo y llena de misterio. Es como si, por entre estos pinos, también faltaras o como si todo esperara que en cualquier momento llegues. El día es íntimo, húmedo, silencioso, recogido en sí mismo y, además, llueve un poco.

La lluvia sobre la hierba
reluce en la mañana
y la niebla
va por entre el bosque
lenta.
Llueve a ratos mudamente
sobre la quietud quieta,
hay un silencio profundo
que besa.
El otoño ya termina,
el invierno llega
y, como es Navidad,
el alma reza y te espera.

23 de diciembre: la felicitación de Navidad Nosotros sabemos que en tu país celebráis la Navidad de otra forma distinta. Y, la Navidad nuestra, tiene para vosotros otro significado. Le dais mucha importancia al arbolito decorado y no montáis belenes ni cantáis villancicos. Tampoco os felicitáis entre sí como lo hacemos nosotros. Pero, como te estamos hablando desde nuestra cultura y desde Granada, te contamos las cosas al modo en que son por aquí.

Y por aquí, en el Cortijo de la Viña, en Granada y en España, ya estamos en las misma puerta de la Navidad. Unas horas quedan solo para Nochebuena y pocos días para fin de año. Por eso nosotros, la niña y yo y todos los de este cortijo, hace unos días te mandamos nuestra especial felicitación de Navidad. Siguiendo la costumbre de estas tierras y cultura nuestra y lo hicimos con toda sinceridad. No hemos recibido ninguna respuesta tuya y claro que la esperábamos. Porque eres importante para nosotros y porque nos gustaría saber de ti en estos días tan especiales. ¿Que no entiendes nuestras cosas ni te sientes obligada a proceder según nuestra cultura? De todos modos solo pretendemos abrirte nuestro corazón y ofrecerte nuestro cariño y respeto.

Por eso hoy, todavía cerca del otoño y un poquito dentro del invierno, ponemos una foto más en tu cuaderno. Para ir rematando el regalo que vamos a ofrecerte. Y la foto de hoy es justo la felicitación de Navidad que hace unos días te mandamos. Para que se recuerden siempre cómo fueron las cosas en estos días. ¿Sabes? Junto a nuestro belén especial hemos dejado un sitio muy concreto para ti. Cerca de la lumbre para que no tengas frío y pegado al arbolito. Bajo él, como es costumbre en tu país, vamos a poner tu regalo. Y lo que más nos gustaría, en estos días, es que vinieras a ocupar el sitio que te hemos reservado. Y que cojas con tus propias manos este regalo.

En tu país hace frío,
está nevado,
todo cubierto de nieve,
todo helado
y como en sí dormido
entre lo blanco.
En tu país la Navidad,
está llegando.
En nuestro rincón del sol
ya ha llegado
pero tenemos frío,
no estás a nuestro lado.

24 de diciembre: la noche ya llega
Esta noche es Nochebuena, en nuestra tierra. Porque en tu país, ni esta noche ni mañana tenéis fiesta. No celebráis la Navidad aunque sí, a vuestra manera. La Navidad nuestra es religiosa, celebramos el nacimiento de Jesús y por eso está llena de mensajes de paz. Nosotros, estos días, los convertimos en la mayor fiesta del año. Donde, además de una comida especial, nos felicitamos, nos hacemos regalos, cantamos villancicos y muchas personas van a la Misa del Gallo. Tampoco tú, el año pasado, viviste esta experiencia. Por estos días te marchaste a tu país, donde vives ahora, y claro que fue una pena que no hubieras aprovechado para conocer y vivir esta experiencia. ¿Sabes? En la vida, muchas veces, se nos va de las manos las mejores oportunidades.

Pero hoy, ya con el otoño rematado, seguimos contándote cómo discurren las cosas por aquí. Esta mañana, por ejemplo, de nuevo el cielo aparece despejado. Al final, solo llovió un poco, casi nada. Y aunque hace frío y hay escarcha, la tierra sigue muy seca. Pero ayer por la tarde, la niña y yo, rematamos el belén que henos montado. En la sala misma del cortijo, junto al fuego de la chimenea y mirando a la gran ventana que da al valle del río. ¿Que cómo ha quedado? Muy hermoso pero también sencillo. El belén, en estas tierras nuestras y por otros lugares del mundo, es un símbolo de la fiesta que celebramos. El misterio religioso del nacimiento de Dios y por eso lo valoramos tanto. Nosotros y casi todas las personas de este país. Ya te hemos dicho que en Granada capital, por estos días hay lo que llaman “La Ruta de los Belenes”. Dentro de un concurso que promueve el Ayuntamiento, está la modalidad de belenes tradicionales, que son 8. En la modalidad artesanal hay 11. En la infantil son 12 y luego hay muchos fuera de concurso. En las casas particulares y en las iglesias de toda Granada. Pero el nuestro es por completo especial. No se encuentra dentro de ninguna modalidad ni lista y por eso nos gusta tanto. Lo hemos contraído, además de para celebrar la fiesta, para obsequiarte a ti.

Por eso, en el rincón más importante y junto al fuego, hemos preparado un lugar para que te sientes cerca de nosotros. Muy cerca del niño Jesús, la Virgen y San José, la mula y el buey. No vendrás y ni siquiera tenemos noticias tuyas pero, en nuestros corazones y especialmente esta noche, te abrigamos. De ningún modo podemos olvidarnos de ti en una festea tan significativa y bella.

Junto al belén,
en el rincón mejor,
en el más recogido
y con más calor,
te guardamos un sitio
a los pies de Dios.
La noche ya llega,
en el alma un temblor,
te añora y sueña,
un río de amor
inunda la tierra,
todo está preparado
ven cuando quieras.

25 de diciembre: nuestro árbol de Navidad Ya sabes: las cosas, en el momento que ocurren, casi siempre nos parecen importantes. Por pequeñas que sean. La llamada de un amigo, una carta, un gesto, una mirada, unas palabras… Hasta lo más insignificante, nos parece lo más importante en el momento justo que ocurren. Pero luego, en cuanto pasa el tiempo, unos meses, un año, dos, cuatro… casi todo se nos olvida. Al correr del tiempo, recordamos muy pocas cosas de aquellos millones de cosas vividas a lo largo de la vida.

Ya el otoño de Granada, este año, ha pasado. Dentro de poco casi nadie va a recordar nada de lo ocurrido en esta estación del año. Quizá tampoco tú recuerdes ya mucho de lo vivido por aquí el año pasado. Vagamente y a lo grande siempre queda un recuerdo de lo más destacado. Pero lo pequeño, lo de cada momento, cada hora, cada mañana o tarde, seguro que se olvida en un pasado nebuloso. Un recuerdo ya difuso y cada vez más borrado y frío en nuestro corazón. Así es la vida. Esta es la realidad. Muy poco queda en nuestros recuerdos de muchas de aquellas cosas que, día a día, en el pasado vivimos.

Pero nosotros, a lo largo de estos meses que ya quedan atrás, henos ido escribiendo lo más importante del otoño por aquí. Para vivir una experiencia contigo, desde la distancia, y dejar recogido el tiempo y nuestros sentimientos. La Navidad fue anoche y hoy todavía un poco. Junto al belén pusimos el árbol, un pequeño granado con sus frutos y, bajo él, hemos puesto tu regalo. Para que, al menos esto, sea lo más parecido a como son las cosas en tu país. Aunque nuestro árbol sea distinto. Es, como te hemos dicho, un granado enano. El que ya tiene muchos años y todos los días riega la niña. Todavía, en estos días de fiesta, tiene sus ramas llenas de pequeñas granadas. Y todavía tiene sus hojas con el color del otoño. Como si nos estuviera permitiendo poner el broche final al otoño que te henos regalado. Quizá mañana o pasado o dentro de un año o dos, se nos olvide por completo lo de esta Navidad y lo de este otoño. Pero en este granado, en sus hojas color de otoño, en sus granadas pequeñas, dejamos nuestro cuaderno. Nuestro especial regalo de Navidad para ti. El tiempo, el amor, nuestro sueño y deseo, condensados en unas fotos y cuatro renglones.

Nuestro árbol de Navidad
es un granado,
todavía color de otoño
y enano.
De él las granadas se ven
colgando
en frutos naturales
ya madurados.
Nuestro árbol original
no es de plástico
ni tiene luces de colores
ni muñecos mágicos,
pero sí, bajo sus ramas,
hemos dejado
para ti, en estos fiestas,
un regalo.

26 de diciembre: adiós al otoño y, para ti, un abrazo Luego ayer, el día transcurrió sereno. En el ambiente se palpaba como una gran paz y en el cielo ni siquiera había nubes. Todo azul y el viento quieto. Y, a lo largo de todo el día, lució el sol. En Granada capital, hasta bien avanzada la tarde, no se vio mucha gente. Por la mañana las calles estaban solitarias, pocos coches, las tiendas cerradas, los belenes apagados y lo mismo la iluminación especial de Navidad. Todo parecía como si durmiera un sueño, en espera de no sé qué importante acontecimiento.

También en este Cortijo de la Viña, nos levantamos tarde. Y sin embargo, la niña madrugó. También lo hice yo. Como si tuviéramos necesidad de ver qué había sucedido en nuestro especial árbol de Navidad. Y descubrimos que no había sucedido nada. Todo quieto y en su sitio, como el día y el aire y la serenidad por las calles de Granada. Encendí el fuego en la chimenea y, junto a las llamas, nos sentamos. Porque, a pesar del sol que ayer hizo, el ambiente era muy frío. Me decía la niña:
- Fíjate qué solitario y quieto está nuestro regalo para ella bajo el pequeño granado.
Y era cierto. Bajo nuestro árbol de Navidad se veía el cuaderno, con tu nombre escrito en la portada. Le dije a ella:
- No importa. Nosotros hemos hecho lo más puro. Por sincero cariño hacia ella, le hemos regalado nuestra ilusión, los deseos más limpios de nuestros corazones y los momentos más hermosos de los días que han pasado. Y el cielo lo sabe.

Nada respondió. Muda siguió sentada junto a mí con sus miradas puestas en la llama de la lumbre. Iba amaneciendo y, a través de los cristales de la gran ventana, resplandeciente se veía la luz del nuevo día. Una luz hermosa, llena de colores, con algunas nubes dibujando el cielo y los árboles recortados en el horizonte. Como si el otoño, la Navidad y el invierno, se hubieran juntado para ofrecernos un bonito espectáculo al amanecer de este día nuevo. Me volvió a decir la niña:
- Hazle una foto y con ella ponemos punto y final en el cuaderno que le regalamos con el otoño de Granada.
Le hice caso y aquí tienes la foto. De verdad que parece como el anuncio de algo trascendente al mismo tiempo que sirve para celebrar la Navidad, despedir el otoño y darle la bienvenida al invierno. Así lo hacemos y damos gracias al cielo. Nos despedimos mientras te recordamos y deseamos lo mejor.

Adios al otoño
que para ti hemos recogido,
poco a poco,
de las calles de Granada,
en pequeños trozos.
Adiós a la Navidad
que también nosotros
hemos celebrado contigo
a nuestro modo.

Bienvenido al invierno
mudo y solo
que avanza desde el frío
de tu remoto
país de las nieves puras.
Por aquí todos
ya nos preparamos
junto al rescoldo
de tu recuerdo blanco.
Adiós al otoño
y, para ti, un abrazo
sincero y hondo.