viernes, 30 de noviembre de 2007

otoño-2

1 de diciembre: las castañas, colores y olores del otoño Donde vives tú no hay castaños. Por eso ni sabes lo que son estos árboles ni tampoco conoces sus frutos, las castañas. Y, como en Granada y también en el Cortijo de la Viña, sí hay castaños que dan muy buenos frutos, hoy te lo contamos. Porque son árboles especialmente de otoño. Dan sus frutos por estos días y, poco después, también sus hojas se llenan de colores otoñales. Antes de la Navidad ya están desnudos, proclamando así, el final del otoño y comienzo del invierno.

¿Y sabes? A la niña le gusta mucho tanto las castañas como el color que, por estos días, se ven en el bosque de castaños. Por eso yo, ayer por la tarde, me fui al castañar. Al que hay por el lado de abajo del cortijo, entre el bosque de los robles y los olivos. Me puse y enseguida junté un buen puñado de castañas. Mientras pensaba en ti y en ella. Quería darle una sorpresa cuando volviera del colegio. Y quería que hoy sábado asara estas castañas en la lumbre de la sala del cortijo. A ella le gusta mucho las castañas asadas en las ascuas. Por eso muchas veces me dice:
- Si no hubiera castañas, al otoño de Granada, le faltaría algo. Y si no tuviéramos nosotros lumbre para asar castañas, el perfume del otoño en Granada, estaría manco. Nada hay que huela mejor en otoño que las castañas recién asadas.
Y siempre le digo que tiene mucha razón.

Por eso esta mañana, ya uno de diciembre y mientras espero que se levante, miro las fotos que hice ayer. Ya tengo escogida la que pondré en el cuaderno que vamos a regalarte. Y tengo preparado un buen puñado de castañas. Para, en cuanto termine de levantarse, dárselas a la niña y que las ase en la lumbre que ha encendido la madre. Hace frío y en la hierba hay escarcha. El mejor ambiente para asar castañas mientras te recordamos. Quizá luego, como hoy es sábado, con el borriquillo y su caballo Enebro, nos vayamos a dar una vuelta por los campos. Tanto los castaños como los robles, las nogueras y los álamos, ya el otoño casi los ha dejado desnudos. Pero aun sus hojas muestran colores fantásticos. Y de la hierba llena de escarcha manan olores únicos.


¿El color del otoño?
musgo verde
y miel y madroño.
La escarcha blanca
junto al arroyo,
amanecer callado.
Sobre su lomo
diciembre trae
recuerdos hondos.

2 de diciembre: en el musgo, el otoño concentrado Como ayer la niña no tuvo colegio, fue sábado, me dijo:
- En el puente que tendremos dentro de unos días, quiero que me lleves a la ciudad de Granada. Para buscar y fotografiar los colore y olores del otoño en los distintos rincones que pisó ella antes de marcharse. Pero hoy sábado ¿sabes lo que quiero?
- Lo que a ti te apetezca me gustará a mí.
- Como el día, aunque fresco, tiene un sol espléndido, quiero irme contigo a recorrer los campos. Por el charco de la cascada del balneario y por el acantilado del río. Seguro que por estos lugares encontraremos muchas señales propias del otoño.
Y me pareció bien lo que proponía.

A media mañana, cuando ya el sol calentaba lo suficiente, salimos del cortijo. Llamamos al borriquillo y, por la senda que lleva al charco, caminamos. Estaba clara la mañana, el viento ni se movía y el azul del cielo era intenso. Y el otoño, claramente se veía en todo cuanto nos íbamos encontrando. En el bosque de los robles, en las hojas de loa avellanos, en las de los granados de la acequia, en los membrillos, caquis y cerezos. Y también en el color del agua del arroyo del balneario y en el charco de la cascada. En todo esto y en otros muchos matices se veía el otoño de Granada.

Y, como la niña iba muy atenta buscando ¿sabes dónde de pronto se lo encontró? Antes de llegar al charco, en las rocas de la derecha que hay por debajo de las nogueras. El musgo, en grandes puñados, en estas rocas, sen mostraba agarrado. Me dijo, nada más verlo:
- Hazle una buena foto para ponerla también en el cuaderno que le regalaremos. ¿A que es fantástico?
Me fije despacio y vi que era aun más de lo que expresaba ella. Los jugosos puñados de musgo, verde y fresco, como si estuviera recién nacidos, relucían pegados a la roca. Y, había tanto que emocionado me puse a sacarle fotos. Mientras me ocupaba en ello me seguía diciendo la niña:
- Además del intenso color verde huele a tierra húmeda. Tanto, una cosa y otra, que hasta parece que por aquí es por donde más el otoño se ha concentrado.

La transparente luz
de la azul mañana
llena dulcemente
el alma.
Quizá más allá
no haya nada,
pero queremos que sepas
que llena y basta,
en estos momentos,
la transparente luz
de la azul mañana.

3 de diciembre: la flor del otoño
Al llegar el otoño, en las montañas que hay al norte de Granada, nace una flor especial. Color morado rosa y brota, incluso, antes de que caigan las primeras lluvias. Se le conoce con el nombre popular de “azafrán silvestre” y también muchos la llaman “La Flor del Otoño”. Y es precisamente por eso, porque brota nada más terminar el verano. Decora los campos hermosamente y alegra mucho solo verla. Tampoco tú conoces esta manifestación de la naturaleza en los paisajes de Granada y por eso hoy te lo contamos.

Y lo hacemos, además, mostrándote una foto de esta flor. Una imagen bella que el otro día, la niña y yo, tuvimos la suerte de conseguir. ¿Sabes cómo? Desde el charco de la cascada del balneario, bajamos hacia el bosque de los robles. En busca de los colores y olores del otoño y nos tropezamos con ellos. Me preguntaba la niña:
- ¿Tú sabes que por entre los robles crecen muchas setas?
- Claro que lo sé.
- ¿Y también sabes que todavía es un buen momento para encontrarlas? Es que quiero que le hagas fotos para luego regalárselas y que lo sepa.
Y le dije:
- También todavía es un buen momento para hacerle fotos a los colores de las hojas de los robles. Vámonos por ahí y, cuando veas algo que te guste, me lo dices.

Y, justo unos minutos después, exclamaba ella:
- ¡Mira lo que hay aquí!
Me volví para la derecha y la vi. Bajo unas retamas, por entre la hierbas y abierta como una florida rosa, se mostraba fresca y limpia. Era una solitaria flore de azafrán silvestre. Me seguía diciendo ella:
- Quizá sea la última flor del otoño por estas tierras. ¡Hazle una foto!
Y, sin dudarlo, me puse y conseguí la foto que necesitábamos. Y ahora, en este nuevo día de diciembre, te la regalamos. Para que conozcas un poco más las cosas de estas tierras y para que compruebes que el otoño de Granada tiene colores únicos.

Soñamos que eres
amiga nuestra
y por eso queremos
que vuelvas.
Pero bien sabemos
que tu ausencia
será para siempre.
Mas, en la espera,
rezamos callados
para que vuelvas.


4 de diciembre: la encina y el castaño

Sobre el horizonte y, recortada en el azul del cielo, se ven las encinas. Oscuras y firmes como si elevaran una oración al infinito. La niña y yo bajábamos hacia el bosque de los robles, en busca de las setas del otoño y fue ella la que me dijo:
- ¡Fíjate qué asombro! Busca el mejor ángulo y sácale una buena foto.

A la derecha nuestra se veía el solitario castaño. Todo como encendido en llamas o como bañado en el más fino oro. Mientras la niña me seguía hablando, expresándome el asombro que le producía la figura de las encinas y el castaño, hice varias fotos. Buscando que salieran bonitas y procurando recoger los mejores colores del otoño.
- Y luego lo escribes claro en tu cuaderno. Que sepa ella que las encinas, en estas tierras nuestras, son también hermosas y, por eso, importantes.
Y claro que me acordé de ti. Tampoco sabes, creo que nunca las has visto, lo que es una encina. ¿Que te diga ahora algo?

Sí, la encina es un árbol fantástico. Casi exclusivamente de la región mediterránea, de España, de Sierra Morena, de Granada. No se le caen las hojas en otoño como sí a los castaños, álamos, nogueras y granados. Pero también las encinas dan sus frutos en el otoño. Son las bellotas, el mejor alimento para los cerdos. ¿No lo recuerdas? El jamón serrano que a ti te gusta tanto y que tampoco tienes en tu país.

Pues de las encinas y, en concreto de las cuatro que se clavan en la colina, te regalamos hoy una foto. Para que tengas un detalle más de lo que es el otoño en Granada. Y ya ves que juego tan hermoso de colores: el azul intenso del cielo, las nubes blancas, la silueta gris negra de las encinas y el oro brillante de las hojas en los castaños. Un cuadro único que no tiene semejante en ninguna otra parte del mundo.

Encina hermana
sobre el azul purísimo
recortada,
oración sincera
al rallar el alba.
Encina gris
sobre la montaña,
dile a las estrellas
que en el alma,
sigue viva.
Encina, otoño denso,
y solitaria.

5 de diciembre: los frutos de la encina también son otoñoPor el suelo, entre las piedras, la hierba y las hojas secas, se veían las bellotas. ¿Sabes? Los frutos de la encina, por estas fechas, es cuando justo maduran. Quizá un poco antes. Pero si nadie los recoge, se caen solos y, como en esta ocasión, se quedan por el suelo entre la hierba del otoño y las viejas hojas de las encinas. Aunque, en algunas partes, se las comen los animales silvestres que pueblan las montañas: jabalíes, cabras monteses, ciervos, ardillas… Pero en estas tierras del Cortijo de la Viña, a solo unos pasos de la ciudad de Granada, no ha sido así. Tanto las bellotas de las encinas, como las castañas, nueces, almendras y aceitunas, al terminar de madurar, caen al suelo y por ahí se quedan.

Pues la niña, el otro día y al ver las bellotas de las encinas esturreadas por aquí y por allá ¿sabes lo que hizo? Sin decirme nada se puso y comenzó a juntarlas. Y, mientras las recogía, entusiasmada pero como en un juego, sí me comentaba:
- Verás qué bonitas se ven cuando ya tenga un buen puñado.
Le pregunté:
- ¿Y para qué las quieres?
- En el cuaderno que preparamos para ofrecérselo a ella como regalo, no puede faltar una foto de las bellotas de las encinas. Para que vea y aprenda todas las cosas esenciales de estas tierras nuestras.
Y me alegré, una vez más, que ella piense de esta manera.

Y esta mañana, ya cinco de diciembre y con mucho frío por los campos y poca nieve en las cumbres de Sierra Nevada, pongo una foto más en tu cuaderno. La foto de algunas de la bellotas que el otro día recogía la niña y escribo unas palabras para que las leas. ¿Sabes? La Navidad se acerca y, con todas estas cosas que te estamos ofreciendo, ya preparamos nuestra especial fiesta. Pensando en ti, la niña es la que tiene las ideas claras y por eso yo la apoyo. ¿Que te cuente de qué modo preparamos la Navidad este año? En su momento y, con todo detalle, lo haremos. Pero ya te adelanto que tú, ciertamente que vas a estar en el mismo centro.

A bellotas doradas
huele el aire
de la mañana.
La Navidad se acerca
como agazapada.
Estarás en el centro
aunque seas ausencia,
en el corazón preparamos
una fiesta.

6 de diciembre: inexorable avanza el tiempo
Hoy es fiesta en toda España. Se celebra el día de la constitución. Y por eso hoy la niña no tiene colegio ni tampoco hay clases en la Universidad de Granada. Tampoco mañana habrá clase porque, al ser viernes, en todos sitios han hecho puente. Por eso anoche la niña me decía:
- Aprovechando que no voy a tener clase en los cuatro días que siguen, quiero que me lleves a la ciudad de Granada. Necesito ver el otoño por esos rincones y plazas y quiero que le hagas fotos. Porque, lo más importante del otoño por estos campos nuestros, ya se lo hemos contado.
No le dije nada pero ella supo que me parecía bien su idea.

Así que hoy, me he levantado muy temprano. A las siente en punto de la mañana. He preparado el fuego en la chimenea del Cortijo de la Viña y he cogido mi cuaderno. La madre ya prepara el desayuno y, mientras esperamos que se levante la niña para desayunar junto e irnos luego a Granada, escribo para ti. Repaso las fotos que hicimos el día que fuimos al bosque de los robles y escojo una. La misma que ayer noche me mostraba ella a la vez que decía:
- Ésta, donde se ve el olivo y el viejo arbusto teñido de oro, también quiero que la pongas en el cuaderno. Y le dices que los olivos, en estas tierras nuestras y en toda la provincia de Granada, son árboles cargados con los mejores sabores y olores del otoño. Por eso, estos días, por muchos rincones de las tierras de Granada, huele a aceite recién exprimido.
Y le dije que haría las cosas tal como ella me las indicaba.

Y ahora mismo, al llegar este nuevo día de otoño invierno, estoy cumpliendo su deseo. ¿Sabes? Sigue sin nubes el cielo, han subido algo las temperaturas y los campos se ven muy secos. No llueve ni queriendo y ya estamos casi en Navidad. Pero el tiempo sigue su ritmo y por eso el invierno se acerca. Este año no está haciendo un otoño bueno aunque sea otoño en toda regla.

Te queremos,
a nuestra manera
y en silencio
mientras el tiempo pasa
sereno.
Al amanecer,
ya eres cielo
en el otoño mudo.
En el pensamiento
permaneces viva
en todo momento.

7 de diciembre: las setas del pinar de la umbríaEsta mañana nos hemos despertado casi en el centro de Granada. ¿Sabes dónde, exactamente? En el Carmen de la Victoria, junto a la Alhambra y dentro del barrio del Albaicín. ¿Que te cuente cómo ha sido esto?

Sí, ayer por la mañana, según el deseo de la niña y para regalarte un poco más del otoño de Granada, salimos del Cortijo de la Viña. Rumbo a la ciudad y con la intención de quedarnos por aquí todos los días del puente de la Constitución y de la Inmaculada. Pero antes de salir del cortijo nuestro me decía ella:
- Como el camino pasa por el mismo centro del pinar de la umbría, me llevo mi cesta de mimbre y buscamos algunas setas. Así le llevamos un pequeño regalo a mi amiga.
Le dije que sí y, en compañía del borriquillo Sinombre, nos vinimos por el camino del pinar para buscar algunas setas mientras nos acercábamos a Granada. ¿Y sabes? Aunque en este otoño ha llovido poco, las setas en los bosques, sí han brotado. No tantas como otros años pero sí algunas muy buenas. Aunque la niña y yo buscamos solo una muy concreta. El Lactarius deliciosus, conocido popularmente con el nombre de níscalo. Hongo comestible, muy jugoso, que suele hallarse en los pinares y es fácil de distinguir por el color verde oscuro que toma cuando se corta en pedazos. Resulta muy agradable al paladar.

Pues encontramos muchos. Al menos dos kilos. Pero lo más divertido es que también encontramos gran cantidad de otras especies. Por eso la niña me decía:
- Hazle fotos y procura que salgan bonitas. Porque en el cuaderno que le vamos a regalar para Navidad, tienes que poner al menos una. Para que vea que el otoño en Granada también tiene olores y colores de setas deliciosas.

Y ahora, al llegar la mañana de este nuevo día, ya pongo en tu cuaderno una de las fotos que hicimos ayer, a dos de las muchas setas que nos encontramos. Luego, cuando pase un rato y se levante y prepare la niña, compartimos contigo el otoño que nos hemos encontrado en los rincones más singulares de Granada. El jardín de la casa donde esta noche hemos dormido, Carmen de la Victoria, es centenario y por eso está lleno de asombros. Colores, olores, luces y sombras que muestran un otoño fantástico. Te lo contaremos.

Colores de otoño
que los días nos regala
sin merecerlos nosotros.
Tardes plateadas
que en silencio hondo
nos abrazan.
Todo nos grita de ti,
en todo faltas
aunque en todo estés
callada.

8 de diciembre: desde el Carmen de la Victoria
El Carmen de la Victoria es uno de los sitios más bonitos de Granada. Se encuentra casi en el mismo corazón del barrio del Albaicín. Al final de la Cuesta del Chapiz, a la izquierda. Es una gran casa con jardín, frente a la colina de la Alhambra y mirando al sol de la mañana, del mediodía y de la tarde. Desde el jardín de esta bella casa se ve también parte del río Darro, un buen trozo de Granada y las elevadas cumbres de Sierra Nevada. El jardín de este Carmen de la Victoria, es centenario. Por eso, en estos días, en su recinto hay una exposición de pinturas y fotografías antiguas. Para mostrar cómo fueron las cosas por aquí hace un siglo.

¿Que cómo encaja este jardín en un rincón tan especial dentro del “Otoño en Granada”? Te lo explico un poco. Al llegar nosotros a este lugar la otra tarde, lo primero que me dijo la niña fue:
- Antes de nada vamos a dedicar un buen rato a ver y fotografiar los colores y olores de este jardín. Y así te vas preparando para regalarte a ella lo mejor de cuanto encontremos por aquí.
Caía el sol y, sobre la Alhambra, los dorados rayos parecían llamas vivas. Lo mismo sobre los bosques de esta colina y por los tejados de las casas de este barrio. Y, por entre las hojas y ramas del jardín centenario, las rosadas luces de la tarde, se filtraban llenando de otoño todo el rincón. Sobre el agua de las fuentes jugueteaban los azules del cielo y también sobre las bayas rojas de las plantas del jardín. Me decía ella:
- Luego lo escribes claramente en tu cuaderno para que sepa que, el otoño desde aquí, es bello, muy bello.

Y, al amanecer de este día ocho de diciembre, fiesta de la Inmaculada, ya lo estoy escribiendo. En el cuaderno he puesto una de las fotos del jardín, la de las bayas rojas y la maceta con pitas enanas y te lo cuento. ¿Sabes? Hoy amanece nublado y con mucha niebla por los campos. No hace frío pero sí parece ya un día de invierno íntimo. Porque hasta huele el aire a humedad y, es tanto el silencio, que todo está como suspendido.

Niebla blanda
de otoño viejo
que en la mañana
regalas besos
¿Qué encierras
en tu frágil alma
y entre la hierba
color de plata?
Niebla amiga,
solo ella falta.

9 de diciembre: tarde de otoño por Granada
Desde el Carmen de la Victoria baja una calle, carretera asfaltada, que se conoce con el nombre de “Cuesta del Chapiz”. Famosa esta calle en toda Granada y, sobre todo, en el barrio del Albaicín. Viene en todos los mapas y todos los turistas la recorren. Tú también la has andado y por eso sabes a dónde lleva y por qué rincones pasa. ¿Que de qué modo encaja, la Cuesta del Chapiz, en el regalo que preparamos para ti de El Otoño en Granada? Encaja y es así:

La niña y yo, la otra tarde, salimos del Carmen de la Victoria y bajamos por esta calle. En busca del Paseo de los Tristes, el río Darro y los bosques de la Alhambra. Por estos rincones de Granada, el otoño sí es fantástico en colores, olores, luces y atardeceres. Y la otra tarde, ya íbamos llegando al río cuando me dijo ella:
- Mira que edificio tan grande nos va quedando por la izquierda.
Era el gran palacio de los Córdovas, sede del Archivo Municipal. Le dije:
- Dentro hay granados, laureles y algunas fuentes con agua. ¿Quieres verlos?
- Si, y le hacemos fotos y luego se lo contamos.
Pasamos y, lo primero que nos sorprendió fue el viejo caquis. Ante nosotros se presentaba cargado de frutas color oro, ya sin hojas, recortado en el azul del cielo y, de fondo, las torres del gran palacio. Un cuadro muy hermoso que, de ningún modo, podíamos dejar de recogerlo. Por eso me seguía diciendo:
- Es una presentación del otoño muy bella. Algo sencillo pero esencia pura de Granada.

Estuve de acuerdo con ella. Por eso hice varias fotos y la mejor de todas, ahora ya la pongo en tu cuaderno. Para que también sepas, de este viejo palacio junto al río Darro, frente a la Alhambra y entre los mejores colores del otoño. ¿Sabes? Como tampoco en tu tierra se crían los caquis, seguro que para ti va a ser muy importante esta imagen. Un rincón más de Granada, hermoso como pocos otros lugares en este mundo y decorado con los colores y olores del otoño. Para que conozcas más y no olvides nunca la ciudad que tanto te fascinaba.

La luz rosada
de las tardes de otoño
por Granada
te mantiene viva
en el alma.
Aunque no lo creas
el otoño proclama
que tras la muerte aparente
nada acaba.
El corazón te recuerda
Cada mañana.

10 de diciembre: otoño en los jardines de Granada
Cuando el otoño llega, muchas de las plantas de los jardines de Granada, se transforman. Es el caso de la parra silvestre. Una delicada planta trepadora que decora mucho en los jardines de las casas. Sus hojas son muy hermosas, verdes en primavera y verano y oro naranja o rojo fuerte, en otoño. Porque luego, antes de llegar el invierno, se desprenden de sus ramas y mueren. Pero antes, en cuanto el otoño va un poco avanzando, se visten de colores tan hermosos y fuertes, que da gusto verlas.

Es lo que le pasaba a la niña la otra tarde por entre los jardines del Carmen de la Victoria. Y lo mismo en los jardines del palacio de los Córdovas y luego por la Cuesta de los Chinos y el Generalife y la Alhambra. Cada vez que encontrábamos unas de estas parras silvestres, se paraba frente a ella, la miraba, cogía algunas de sus hojas en las manos y, mostrándomela decía:
- ¡Fíjate qué colores de otoño! ¿A que parece como si algún pintor importante hubiera estado por aquí dibujando cuadros fantásticos?
- Sí que lo parece. Porque, como bien dices, es emocionante solo contemplar los tonos que muestran estas hojas de parra silvestre.

Y, como caía la tarde, la luz del sol derramaba rojos por todas partes. Por entre las ramas de un viejo almez entraba un puñado de estos luminosos rayos y se dormían en tres hojas de una parra silvestre. Al verlo, me volvió a decir ella:
- Ponte en este lado, concéntrate y saca una foto bonita de esta imagen. Se la regalamos luego a ella para que también vea otro matiz del otoño por estas tierras.
Le hice caso y ahora, esta mañana de diciembre sin lluvia, aquí pongo la foto. Para complacer a la niña y para obsequiarte a ti. Porque estoy contento, a pesar de todo. La foto ha salido muy hermosa. Creo que roza casi la perfección de lo que es el otoño por entre los jardines de Granada.

Ayer hubo nubes,
hizo algo de frío
y llovió un poco
despacito.
No fue suficiente,
la hierba está sin brillo
y la tierra seca.
Pero a su ritmo,
el otoño avanza,
por el camino
asoma la Navidad
también despacito.

11 de diciembre: tarde por el Carmen de los Mártires ¿Te acuerdas tú del Carmen de los Mártires? Sí, el jardín centenario que hay sobre la colina, al sur de la Alhambra. En su momento, este verano pasado, te hablé mucho de este lugar y, entre otras cosas, te dije que al llegar el otoño te contaría más de este sitio. Porque, en aquel momento, me parecía que el otoño en el Carmen de los Mártires, debías ser un gran espectáculo en las fechas estas, antes de la Navidad. Y ahora que ya el invierno se acerca, puedo confirma lo que en aquellos días intuía. Y, además, te digo que es mucho más de lo que había imaginado. La otra tarde, la niña y yo, pudimos verlo despacio.

Subimos, desde el palacio de los Córdovas y el río Darro, por la Cuesta de los Chinos. Disfrutando de la tarde y de los colores del otoño, por ahí presentes en muchos rincones y coronamos la colina de la Alhambra. Por donde venden las entras paras a los turistas y luego nos vinimos para el lado del sur. Ella no paraba de comentar:
- Yo creo que en ningún otro lugar de Granada, se ven mejor y claramente las señales del otoño que en los jardines de esta cumbre.
- Si que son especiales los matices del otoño por aquí.

¿Te acuerdas tú del lago de los patos y de las madroñeras en el mismo corazón del Carmen de los Mártires? Pues al llegar a él, nosotros la otra tarde, nos quedamos parados. Observando los colores del otoño en las aguas reflejadas y las hojas de los árboles flotando. Me decía la niña:
- Procura que todo salga en una foto hermosa. Es tan bonita la escena, el rincón, las luces y las sombras, que tiene que verlo ella.
Y aquí te la mostramos. Porque salieron bonitas todas las fotos que la otra tarde hicimos en el Carmen de los Mártires. Llenas de pinceladas ocres, transparentes y con un otoño tan reluciente que asombra al alma. La pongo en el cuaderno para tu regalo y te la cuento brevemente. Queremos que sepas nuestro deseo de ofrecerte los mejores colores y olores que por aquí en otoño nos está dejando. Te queremos.

Solitario el jardín,
la otra tarde estaba,
y hondo era el silencio
que se escuchaba.
Parecía que dentro,
en el alma,
tu voz dulce y sonora,
resonaba.
La tarde era de otoño
hermosa y clara.

12 de diciembre: atardecer en el otoño de Granada Tú también sabes que las puestas de sol en Granada son únicas. Las has visto muchas veces aunque nunca en otoño. Y es una pena porque en esta estación del año son mucho más bellas. Y, observarlas desde los jardines del Carmen de los Mártires, ni te cuento. Pero sí, te las vamos a contar a nuestra manera.

Porque la otra tarde, después de que la niña y yo terminábamos de recorrer los rincones más singulares de este jardín, nos vinimos para el lado del sol. Despacio y observando cada detalle y los matices del otoño entre las madroñeras, las palmeras, las hojas de los plátanos y el agua en las fuentes. Y a todo le hicimos fotos. Sin parar me decía ella:
- Es para quedarse por aquí una vida entera y recoger, en cada momento, las cosas concretas.
Yo entendí que me decía esto por la abundancia de colores, olores y luces que por aquí, a lo largo del día, el otoño presenta. Por eso le respondía:
- Es así y mucho más. Tú fíjate como todo parece transmitir un mensaje mucho más importante de lo que aparenta. Como si estuviera proclamando la presencia de una realidad muy bella al otro lado de los colores que reflejan las hojas.
Miraba y guardaba silencio.

Y ya nos habíamos venido mucho para el lado del sol. Y nos paramos, sobre el balcón que tú conoces y desde el que se ve toda la ciudad de Granada, la vega y el lejano horizonte por donde cada tarde se pone el sol. También esta tarde el sol ya se estaba ocultando. Por eso nos pusimos a observarlo y a hacerle fotos. Ella me dijo:
- No hay palabras. Solo una buena imagen puede expresarlo aproximado.
Y aquí tienes la imagen. Una puesta de sol del otoño en Granada desde el Carmen de los Mártires. Para ti, como regalo.

Más allá de luz
roja naranja
que en las tardes de otoño
baña a Granada,
hay una realidad única
agazapada.

Los colores ocres,
el frío, la escarcha,
la Navidad que llega
y la nieve blanca,
solo son reflejos
que de Dios nos habla.
Y tú estás ahí
hermosa, callada.

13 de diciembre: desde Plaza Nueva
Desde los jardines de la colina, el Carmen de los Mártires y bosque de la Alhambra, descienden caminos. Por entre la espesura de la vegetación hacia la ciudad y el río. Y el más importante de esos caminos, carretera asfaltada y aceras empedradas, es el de la Cuesta de Gomarez. ¿La recuerdas? La recorriste muchas veces en el tiempo que estuviste en Granada. Y por eso sabes y, yo ahora te lo confirmo, que es un recorrido muy bello. Pero no la viste ni nada conoces de ella en la estación del otoño. Te lo cuento en dos pinceladas.

Por este camino, bajamos la niña y yo la otra tarde. Hacia Plaza Nueva que es por donde pasa el río Darro. Y, mientras descendíamos cruzando los bosques repletos de colores otoñales, me iba diciendo:
- Es tan denso por aquí el otoño y tan variado que de cualquier rincón de estos se podría escribir un grueso libro.
- Estoy de acuerdo contigo. Y, además, sabiéndolo hacer, de por aquí saldrían no uno sino cientos de libros únicos en el mundo.
- Por eso, pon interés y recógelo bien en fotos y redáctalo luego con mucha claridad y belleza. Es necesario, muy necesario que ella lo sepa.
Y, siguiendo su deseo y sin dejar de pensar en ti, hice muchas fotos. De todo lo más delicado que por estos rincones el otoño anda dejando.

Llegamos a plaza Nueva y nos paramos. Para recoger las laderas que desde aquí se ven y el río con su misterio. Tú también conoces Plaza Nueva. Pero tampoco viste los matices del otoño que desde este lugar se observan. Por eso, una de las muchas fotos que aquella tarde hicimos, la pongo ahora mismo en mi cuaderno. Para que puedas ver lo que nosotros vimos. Y para que forme parte del regalo que, para ti, preparamos. ¿Sabes? Desde Plaza Nueva, ladera arriba por los bosques de la Alhambra y el río Darro, el otoño es muy hermoso. Los colores y las luces, al caer las tardes, no tienen igual en ningún otro rincón del mundo. Queremos que lo sepas.

Te llevaste tus manos llenas
de no sabemos qué
y por aquí dejaste el alma
hasta sin fe.
Vacío de otoño cálido
que sabe a miel
y duele en la oscuridad
una y otra vez.
Nada te llevaste contigo,
todo desde ayer
es por aquí otoño herido
color de té.

14 de diciembre: iluminación de Navidad en Granada

Cuando ya el otoño va inclinándose hacia su final, en las calles de Granada, aparece la Navidad. Como si surgiera del otoño mismo. Por eso llega de puntilla y se presenta de la noche a la mañana. ¿Sabes lo que te digo? Que la otra tarde, la niña y yo, así es como la vimos:

Desde Plaza Nueva, despacio nos vinimos para el centro. En busca de la plaza donde se recoge el corazón mismo de Granada. Sí, tú la conoces. Es donde termina la Gran Vía y emerge la estatua de los Reyes Católicos. Donde una sencilla fuente llena de rumor de agua el aire y donde casi todos los turistas se hacen fotos. Llegamos nosotros a este punto, tras los matices del otoño y los encontramos pero ya vestido, como te decía, de Navidad. Porque a los lados de la fuente, en su portada principal que es la que mira la Gran Vía, vimos los floreros. Dos grandes macetones llenos de rojas flores de pascua. Lo rozó la niña con sus manos y me dijo:
- Seguro que ella, el año pasado, sí vio esto. Pero por si acaso, hazle fotos y luego le hablas de ello. Y dile que la Navidad, en Granada y el cortijo nuestro, es el punto y final del otoño.

Le hice fotos a los dos grandes floreros repletos de flores de pascua y luego a la iluminación en la Gran Vía. ¿Sabes? El día ocho de este mes inauguraron la iluminación de Navidad en Granada. Todavía antes del fin del otoño y por eso te decía que, el otoño se acaba justo cuando la Navidad llega. Y, como en aquella tarde se hacía de noche, la flamante iluminación lucía toda hermosa. Desde un Extremo a otro de la Gran Vía y por las calles adyacentes. A mí y a la niña nos gustó y por eso, pensando en ti, ahora te mostramos las fotos y te lo contamos.

Por aquí,
ya huele el aire
a turrón de almendra
y el miel sabe
las mandarinas frescas.
Y en tu mundo,
por tu tierra
¿cómo preparas
el fin de años
y la Navidad que llega?
Por aquí,
en el alma arde,
más y más tu ausencia.
No estás con nosotros
y la Navidad llega.

15 de diciembre: haces falta, te necesitamos

Ahora, ya todas las mañanas, amanece el campo blanco. Nada de nieve porque, desde hace mucho tiempo, ni siquiera hay nubes en el cielo. Es de escarcha por lo que, al amanecer, blanquea el campo. Ya han llegado los recios fríos y, como son las noches más largas del año, el rocío sobre la hierba se hiela y, por las mañanas, todo se ve blanco. Hasta asusta salir para ir a algún sitio, a primera hora del día. Pero es lo propio en este tiempo: que haga frío y que los árboles se queden sin hojas, que se hielen las aguas en los ríos, que maduren los caquis y que el invierno llegue.

Hoy, por ejemplo, va amaneciendo y, desde la sala del Cortijo de la Viña, me entretengo en mi cuaderno. Ya arde el fuego en la chimenea y la madre trajina. La niña se ha levantado y, como es sábado, enseguida me ha dicho:
- Quiero ocupar la mañana en ver las fotos que hicimos el otro día por las calles de Granada. Y quiero luego escribir una bonita página en el cuaderno para dejar ahí expresado mi cariño por ella.
Sí, cada día te recordamos sin que te olvidemos nunca. ¡Te necesitamos tanto! Y ahora, con este frío de invierno y la escarcha al llegar el día y la Navidad que se acerca, lo que más necesitamos es que estés. Por esto y por otras cosas, le he dicho a la niña:
- Otra foto más de la iluminación de Granada voy a poner en su cuaderno. Para que sean varias y así pueda tener una idea más exacta de cómo son las cosas por aquí.
- ¡Vale!
Me ha respondido escuetamente.

Y aquí pongo la foto. Mira despacio y verás como reconoces los sitios. Es el Ayuntamiento de Granada, decorado para la Navidad y con un letrero en la fachada donde se puede leer: “Felicidades”. También puedes ver otro trozo de la Gran Vía iluminada y el frío de la noche. El otoño se está acabando, el invierno trae ya acuesta su frío, la Navidad asoma por el horizonte y nosotros te recordamos. Haces faltas, te echamos de menos, te necesitamos. Nada llena por completo tu ausencia.

Pero recogeremos,
de la blanca escarcha
que al amanecer blanquea,
helada, helada,
tu ausencia.
¿Sabes para qué?
Con ella
y el otoño desnudo,
te tendremos más cerca.
Sí, en el corazón,
de nuestra Navidad pequeña.

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